La clase media siempre quiere ser alta, nunca baja. No reconoce lo que es. El problema está en que el neoliberalismo tiene como esencia la libertad absoluta del mercado, sin mano reguladora. En ese orden, el mundo queda bajo el dominio de los que más poder fáctico poseen, se establece una hegemonía del status quo, logrando que la clase media tenga más tendencia a ser baja. Al llegar a este punto un evento bastante curioso pasa, cuando la clase media se ve envuelta en la peor de las situaciones, y es que sea clase baja. El malestar general comienza a estructurarse y de ahí nacen las revoluciones o en su defecto los gobiernos populistas. Pero no perdamos el concepto de populismo en este caso —muy bien lo definía Ernesto Laclau— de características ambiguas, dado que las élites latinoamericanas lo transformaron en un término peyorativo, no siendo más que un simple modo de construir lo político.
En Francia, por ejemplo, en la revolución de 1789, quien motivó la furia general fue la burguesía. Eso me recuerda una frase Zygmunt Bauman: “Los grandes cambios de la historia nunca llegaron de los pobres de solemnidad, sino de la frustración de gentes con grandes expectativas que nunca llegaron".
Ahora bien, Colombia enfrenta una situación compleja en la actualidad, políticamente hablando. Pasamos un mal momento de gobierno, con baja popularidad, reformas que tocan el bolsillo de los ciudadanos, más impuestos a la clase media, se vive también en medio de un ambiente tenso por las pésimas relaciones con Venezuela, un país hermano.
Lo suscrito anterior genera una conclusión sencilla, se están generando condiciones para la entrada de un gobierno populista o en su defecto de centroizquierda. Los índices que muestra el recuento de elecciones electorales anteriores ratifican un aumento significativo de votantes a sectores alternativos o de izquierda en Colombia, razón de esto, diría yo, por la fluidez de información que la internet permite y el inconformismo por los malos manejos en la administración de recursos del erario.
Aunque la derecha y extrema derecha ganaron espacios de poder en América latina, caso de Bolsonaro en Brasil o Iván Duque en Colombia, no significa un dominio hegemónico, partiendo de dos premisas:
1. Todo poder debe generar una resistencia al poder.
2. La rapidez de la información es contraproducente en los gobiernos contemporáneos.
Lo primero está soportado bajo una tesis básica del pensamiento de Michel Foucault, donde demostró que todo poder, incluyendo los regímenes, no solo debe pensarse en estar en el estadio de poder, sino mantenerlo. Ahí está la piedra angular del debate, los poderes políticos en Colombia tienen una estela amplia de partidos que representan un pensamiento en particular que recoge lo general, cada vez mayor. En ese orden de ideas el mantenimiento del poder se hace complejo, creando cada vez una estela más delgada de dominio, es cuando los gobiernos o regímenes comienzan a dar coimas o más popularmente, mermelada. Ellos necesitan mantener el poder.
Lo segundo, solo basta mirar cuán rápido fluye una información o noticia de un país a otro, en cuestión de segundos el mundo la tiene en sus manos. La población joven (legalmente de 14 a 28 años) está día y noche conectada a internet, sea por el computador o el teléfono, tiene acceso constantemente a la información o noticias, el mínimo movimiento de gobierno es notificado; obviamente guardando las proporciones. Las noticias faltas también generan un campo de acción que desgasta a quien se presenta, en este caso el poder del Estado no es la excepción.
Cabe señalar que la mayoría de la población joven no está a gusto con el gobierno actual, tanto, que han surgido movilizaciones citadas por las redes sociales. Funciona como un canal de organización social.
Las elecciones humanas, por excelencia naturales, serán las únicas responsables de nuestro devenir. La socialización de nuestros derechos y deberes debe convertirse en un rezo laico u oración patriota, lo lindo es formarnos como ciudadanos comprometidos. América latina debe tomar un horizonte de prosperidad, los regímenes totalitarios o autoritarios, guerrerista o anti clase media y baja, no pueden tener espacio en nuestro entorno social. Son incompatibles a lo que somos.