Todos los días aparecen noticias de la captura de cabecillas y capos de esta organización criminal liderada por Dairo Antonio Úsuga David, mejor conocido como Otoniel. En lo que va del presente año 2021, hemos conocido las capturas de grandes socios del capo como Aquiles y Mariachi, y de la reciente muerte del segundo al mando, alias Marihuano. Esto ha desencadenado en el reciente "Plan Pistola", que hasta la fecha deja 4 policías muertos y 3 heridos, mientras 2 sicarios han sido abatidos por cuenta de las autoridades. Dichos métodos hacen pensar que el Clan del Golfo se encuentra acorralado, sumado a las recientes imágenes del capo montado en lomo de mula con una pequeña cantidad de escoltas huyendo de las autoridades. Ahora bien, ¿se acerca realmente el final de las también llamadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia?
Para empezar, no es la primera vez que esta organización criminal se encuentra a puertas de un supuesto fin. En el 2017, el entonces presidente Juan Manuel Santos anunciaba que el Clan del Golfo estaba dispuesto a someterse a la justicia luego de un ofrecimiento del capo en video. Para entonces, la Operación Agamenón había dado como resultado la captura de más de 1500 integrantes, grandes extinciones de dominio y la neutralización del entonces también segundo al mando, alias Gavilán. La negociación fracasó y en el 2018 se llevó una de las mayores ofensivas hechas en la historia contra una estructura armada ilegal en Colombia o por lo menos de manera legal. Se logró, al igual que ahora, las capturas y neutralizaciones de cabecillas. De hecho, Semana anunciaba "la hora final del Clan del golfo", pero no se llegó al jefe máximo y mucho menos se puso fin a su accionar delictivo. Todo lo contrari. Desde el año pasado han expandido sus operaciones y sus planes se hacen cada vez más ambiciosos, como tomar los llanos orientales y unirse a Los Rastrojos para pelear rutas de narcotráfico con el ELN en la frontera con Venezuela.
La guerra en el Bajo Cauca contra Los Caparros y las Disidencias de las Farc dejan incontables masacres, que hacen recordar a los peores momentos del conflicto armado colombiano, donde aparecen incluso campesinos sin cabezas y exalcaldes y concejales asesinados por cuenta del horror de la guerra criminal; guerra que también se ha trasladado a Santa Marta donde los Los Pachenca imponen su ley y de eso da cuenta el reciente asesinato de dos integrantes de la organización a la salida de un motel de la ciudad. De ese modo, lejos de acabarse el Clan del Golfo, parece tomar más fuerza y por eso no temen escribir en grafitis el mensaje “AGC presentes”. Ello no se cansan de mostrar su poder y dominio territorial, ni tampoco ostentar en Cartagena la compra de una mansión en la isla de Barú con carros y motos de lujo, como lo hizo alias El plástico, ni mucho menos asesinar a quien se meta en su camino sin importar su nombre, como lo fue el asesinato de la empresaria colombo-española Juana Perea en Nuquí, Chocó.
Lejos se encuentra el fin del Clan del Golfo y parece que muy poco importará realmente si llegan a dar de baja o captura a su jefe máximo alias Otoniel, quien vive más en las sombras que en la claridad y que ha dejado montada toda una estructura que parece imparable y revivir por si sola, muy a pesar de que la policía parece asediarla día y noche. Sin embargo, todo esto no es producto de la inteligencia y la capacidad de reestructuración de esta poderosa organización, sino de la corrupción existente en la política, en las fuerzas militares, en la policía, en los muelles y en los puertos de Colombia, donde se ha permitido que el crecimiento incansable del Clan de Úsuga David.