A Guerra Serna se le reconoce como el principal exponente de la politiquera tradicional y clientelista. Un cacique de grandes proporciones que, desde el Directorio Liberal o la famosa “Casa de Mármol”, llegó a tener un control casi hegemónico del liberalismo antioqueño entre 1974 y 1991. Su poderío empezó a menguar con la modernización del sistema electoral a partir de las reformas administrativas de finales de los 80 y con la Constitución de 1991, especialmente tras la adopción del tarjetón electoral (liquidando el viejo sistema de papeleta electoral repartida por los partidos) y la elección popular de alcaldes y gobernadores. Sin embargo, su voz seguía teniendo cierto peso entre los nostálgicos del viejo liberalismo y la politiquería.
El poder del Socio
Nacido en Peque, un pequeño y olvidado pueblo del occidente antioqueño, Guerra Serna llegó a ser el hombre más poderoso de Antioquia. Fue alcalde de Medellín a finales de los 70 y gobernador a mediados de los 80 (designado por Virgilio Barco). Por esos años, el Socio, como también era conocido, tenía la capacidad de contar con una bancada propia en Cámara y Senado (en 1974 su lista sacó 230.000 votos e ingresó cuatro senadores y nueve representantes); alinear a miles de personas en los engranajes de sus extensas redes clientelares (afirmó que llegó a manejar 25.000 puestos en el departamento) o ser consejero habitual de los precandidatos presidenciales del liberalismo.
Con fama de autoritario e imponente, fue el mayor cacique en “el tiempo de los caciques” y el principal antagonista de la casa conservadora de los Gómez Martínez. De su directorio salieron para montar “rancho aparte” dirigentes como William Jaramillo, Fabio Echeverry, Federico Estrada, Álvaro Uribe y César Pérez. Inclusive, algunos consideran que Guerra fue el “padre político” de Uribe. Al menos, cuando Uribe decía ser liberal.
Aunque en 1985 se vio obligado a renunciar a su designación como gobernador tras una agresión a un periodista, su poderío se revalidó con la primera elección popular de alcaldes en 1988. En esa elección el guerrismo alcanzó 53 alcaldías (aunque cuando los alcaldes eran designados por el gobernador llegó a manejar hasta 70) y en 1990 su lista al Senado sacó 190.000 votos; sin embargo, también serían sus últimas victorias electorales.
El ocaso del cacique
La primera gran derrota de Guerra Serna se dio en 1991 cuando perdió la gobernación de Antioquia contra Juan Gómez Martínez. El cacique logró 132.136 votos contra los 247.941 alcanzados por el exalcalde de Medellín y principal cabeza de las fuerzas conservadoras. Sin duda, fue una derrota épica y a partir de ese momento iniciaría un progresivo ocaso. El guerrismo perdió peso electoral y para 1998 solo logró 28.000 votos en las elecciones al Congreso. El perfil autoritario de Guerra y el cambio en las dinámicas electorales, fueron reduciendo progresivamente su capital electoral y su margen de influencia.
El movimiento siguió débilmente en cabeza de sus hijos: Bernardo Alejandro y Andrés (ahora matriculados en el uribismo).
De Guerra Serna se venía escuchando poco. Cada elección su presencia en tarima era constante y se asumía como una especie de amuleto para los candidatos liberales; sin embargo, con su muerte se cierra un capítulo en la historia del liberalismo antioqueño y se extingue la voz del último cacique liberal.