La Policía se creó como un cuerpo de protección de la ciudadanía, aunque también cuenta con una labor social y de gestión de la formación comunitaria. Sin embargo, de un tiempo para acá, se corrompió, se burocratizó, convirtiéndose en fortín de politiqueros, sobre todo para aquellos aspirantes a coroneles de alto rango.
Además, ahora para ser policía hay que ingresar a la escuela donde se preparan, pero el curso vale millones y ahí se mueven influencias, amiguismos y las corruptelas del Estado colombiano. Si bien hace unos años ser policía era un mérito y un honor, la corrupción ha permeado a esta institución, otrora al servicio de la gente. Actualmente, este cuerpo pareciera al servicio de los poderosos que lo está usando para generar miedo y terror.
Por otro lado, como se dividieron, se repartieron tareas. Ahora existen las especialidades, eso está bien: los que atienden el medio ambiente, a la infancia y adolescencia, los antisecuestro, los antiexplosivos, los que luchan contra el narcotráfico, contra la extorsión, contra los guerrilleros, los que investigan, los que se infiltran, los de tránsito, los que hacen seguimiento y los del Esmad (estos últimos especializados en golpizas y garrotes para reprimir las marchas sociales y las protestas del pueblo que se revela). Entonces, las especialidades les sirven para repartir responsabilidades. Tanta división genera empleo. Y claro, hay cosas que se destacan en la lucha contra la delincuencia pueblerina... ya que la de cuello blanco no se toca, esa es la que los mantiene y los usa...
Ahora bien, con poderes extras y arbitrarios concedidos por el Estado, a través del Código de Policía, sí que se han convertido en el azote de la gente del común: persiguen al pueblo del que ellos provienen, pero como les han lavado el cerebro a algunos, son agresivos y violentos. Golpean mujeres que venden empanadas, jóvenes que hacen música, poemas, venden artesanías, que hacen uso del espacio público. Imponen multas por un espacio que es para eso, para el goce de la gente... están alzados.
El sistema los está usando para atemorizar, para demostrar poder de dominación desde la violencia, para joder al pueblo del que ellos provienen, ya que miles de jóvenes sin oportunidades de ingresar a la universidad o de trabajo ven en la institución una forma de vida. Sin embargo, allá los vuelven autómatas a su servicio. La frase "Dios y patria" tiene un mensaje subliminal para enajenarlos. Claro que ahora es muy difícil ingresar a la Policía, vale mucho y piden muchos exámenes.
Hoy en día ser policía es objeto de vergüenza: muchas veces solo parecen servir para joder al pueblo, perseguir delincuentes o cohonestar con ellos. Algo cambió, ya que ahora ser militar, policía o agente del Estado en Colombia es sinónimo de ser antipueblo, así como suena: es ser títere del sistema para actuar, justificar y legalizar la violencia como arma del Estado para contrarrestar la inconformidad del pueblo... proteste y le dan en la jeta para salvar la democracia, mijito...