El 7 de agosto de 1990, mientras su hija, Maria Paz, no paraba de gritar, Cesar Gaviria, al posesionarse como presidente le prometió a Colombia el futuro. La promesa, hace 30 años, era muy difícil de cumplir. Además de los grupos guerrilleros de siempre estaban el cartel de Medellín y su líder, Pablo Escobar quien le había jurado la guerra a Colombia, a punta de carro bombas, secuestros y masacres, si los gobiernos continuaban con su idea de seguir extraditando colombianos. En 7 meses el financiero del cartel de Medellín, Gonzalo Rodríguez Gacha, los hermanos Carlos y Fidel Castaño, y el propio Escobar mataron a tres candidatos presidenciales, Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro. Era un país completamente inviable. Escobar había permeado los altos mandos del ejército y el gobierno. Por eso Gaviria creó un Bloque de Búsqueda, pero este no funcionó. Así que, usando de intermediario al venerable y senil padre Rafael García-Herreros como intermediario, Gaviria pactó con Escobar su entrega, incapaz de impedirque su estela de horror no lo doblegara. Así que pactó una entrega. El capo escogió un terreno en las afueras de Envigado, ubicado en la cima de una montaña, desde donde podría cubrirse de cualquier ataque, aéreo o terrestre, por parte de sus enemigos, conformados por gente tan peligrosa como Fidel Castaño.
Se sometió a principios de 1991. Hizo lo que quería. Siguió traficando y los propios guardias del INPEC le servían para protegerlo. Incluso dentro de la Catedral, el nombre con el que bautizaron a su cárcel, Escobar mató a sus aliados, como los Galeano, quienes se encargaban de drenar de plata las calles de Medellín para engrosar sus caletas Escobar les pidió un aumento en el tributo que le daban, los Galeano no estaban de acuerdo y los ordenó matar mientras el chofer de los mafiosos, Don Berna, los esperaba afuera de la cárcel. Fue tal la crueldad que Escobar mandó a destajar a sus antiguos socios y asar su carne, incluso le ofrecieron un pedazo al chofer. Nunca perdonó a Escobar Don Berna, quien lideró los ataques de los PEPES contra Escobar en donde se incluyó un bazucazo a la familia del capo.
A esa cárcel no sólo entraban modelos a hacerle favores sexuales al capo y sus hombres sino que iban a jugar fútbol con él figuras del Atlético Nacional y del Medellín, incluso se tejió, algo entre leyenda y realidad, una supuesta visita de Diego Armando Maradona a sus instalaciones. Con la muerte de los Galeano al gobierno Gaviria no le quedó de otra que intervenir la cárcel y el mundo supo de las piscinas, los jacuzzis, las discotecas y las salas de cine que disfrutaba el capo en la Catedral, una vergüenza de Cesar Gaviria de la que no se limpió ni siquiera con la muerte del capo ocurrida sobre un tejado de una casa en Medellín el 3 de diciembre de 1993.