Occidente veía con agrado como varios países del medio oriente y del norte de África salían a las calles a manifestar su descontento con los gobiernos locales. La prensa de este lado del mundo, maravillada con dichos hechos, no bajaba de héroes los calificativos usados para referirse a los manifestantes y era el deseo de una verdadera democracia, la bandera que usó para presentarnos todo ese suceso.
Nuestros medios colombianos no escondían su agrado y parecían mandarles voces de aliento, tanto así que hasta reporteros enviaron para cubrir directamente esta novedad. "la primavera árabe", como se le llamo, logró entonces conseguir el derrocamiento de varios regímenes, la instalación de un nuevo grupo en el poder y una mayor influencia de parte de occidente, especialmente de Estados Unidos, aunque claro, aún siguen sintiéndose efectos de algunos focos de resistencia que permanecen por allí.
América no se queda atrás y somos testigos de cómo últimamente se está apreciando el surgir de este movimiento, que entre otras tiene una característica muy especial y es que se contagia, ósea, va pasando de país en país. Nuestro continente inicia esta "enfermedad de la primavera" con la República de Haití, en donde desde hace tiempo se viene presentando un gran descontento general y han sido diversas las ocasiones en que el pueblo sale a reclamarle a su gobierno. Lo cierto es que esta alzada está poco documentada y muy superficialmente se cita.
Pasamos a Venezuela, donde a principios de año se vivió un gran movimiento social que buscaba la salida del poder del presidente Nicolás Maduro, aunque es de advertir que este levantamiento no fue genuino sino impuesto por Estados Unidos y que, si una mitad de la población pedía su dimisión, la otra mitad defendía a su presidente. Sin embargo, lo de resaltar es que Venezuela se sacudió y eso despertó a su gobierno. Este fenómeno también fue cubierto con un gran despliegue a nivel internacional donde igualmente y sin tapujos los medios alentaban a los ya no vándalos en este caso, sino defensores de la democracia. Todo lo que propiamente era estimado como terrorismo o vandalismo, en Venezuela pasó a ser algo heroico y valeroso. En fín, una parte de los venezolanos logró demostrar su descontento.
Descendemos a Perú, donde pudimos apreciar un movimiento bastante fuerte que pudo sacar del poder al entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski y el fiscal general Pedro Chávarry por casos de corrupción.
El virus pasó a Ecuador donde el gobierno de Lenín Moreno, a quién desde entonces llaman "el traidor", estuvo acorralado y a punto de caer, salvo por su maravillosa jugada de conceder al pueblo su petición principal la cual se movió entorno a la derogatoria del Decreto Ejecutivo 883 o lo que popularmente se llamó como "El paquetazo". Fueron fuertes y violentos los choques contra la policía y el orden público en el país estuvo revuelto. Lo extraño es que nuestros medios se indignaron con lo que sucedía, las acciones que en otros lugares alababan, aquí eran recriminadas y recurrieron a sus tradicionales informes de "La población que se ve afectada", para quitarle legitimidad a las manifestaciones. Una vez más el pueblo unido de una manera impresionante triunfó.
Continuamos con Chile que también ha aprovechado los momentos de efervescencia y se ha revelado, todo inició con el alza de los pasajes del Metro de Santiago que desencadenó la furia nacional, los chilenos se cansaron de soportar todas las cargas que el gobierno con el paso de los tiempos les ha venido encimando y encontró hasta aquí, su punto de quiebre. También allá el movimiento ha tenido fuertes disturbios con la policía y de igual forma nuestros noticieros de manera extrañan tachan la gesta de los australes. El alza no se realizó y ahora el populum va por más, quieren la cabeza de otro traidor, de Piñera, su presidente, quien ha sentido la presión y busca parecer conciliador intentando un posible diálogo.
Aterrizamos en Bolivia donde a raíz de los resultados de las elecciones presidenciales que dan como ganador a Evo Morales, una parte de la población se levantó, y digo una parte, porque igual como en Venezuela no es todo el país el quien está en contra del gobierno, en el país andino hay una parte que apoya y otra que desaprueba, muy diferente a lo sucedido en Haití, Perú, Ecuador y Chile donde es la plenitud de la gente versus el gobierno. Es un asunto actual, que nos muestra como la gente se quiere hacer sentir y busca no ser mas atropellada. La Iglesia y la OEA buscan ayudar en una solución.
¿Y que pasa en Colombia? pues solo hay que hacer un pequeño esfuerzo y entrar a analizar las causas que en aquellos países originaron el levantamiento popular, contrastarlos con nuestra nación y tendremos casi que de manera profética la conclusión de lo que pasaría aquí.
Fraudes electorales, corrupción, inseguridad, desempleo, alzas para el pueblo y descuentos al empresariado, políticas contra la población, dificultad en los servicios públicos, salud deficiente, educación costosa y clasista, etcétera, son elementos que generan un gran caldo de cultivo para vivenciar lo que en otros países ya ha sucedido y cuyos gobiernos se lamentan. ¿Entonces, será Colombia la próxima "víctima" del virus de "La primavera" en América?, no lo sabemos, la lógica y los indicios nos hacen pronosticar que si, pero solo el tiempo, más exactamente el 21 de noviembre, lo dirán.
