A medida que pasan los días y se acercan las elecciones de cuerpos colegiados y presidencia de la república, las campañas se tornan más agresivas en contra del candidato que puntea sobradamente en las encuestas. Aunque soy muy escéptico de las encuestas en Colombia, supongo que algo se traen y dudo de sus resultados e idoneidad.
Esta vez, se les ha tornado innegable la holgura y la simpatía que ha despertado la actitud de cambio del electorado, que supera cualquier intento de engaño y manipulación que tengan dentro de sus planes.
Ante este nuevo escenario se restringen, se repliegan y tratan por todos lo medios de aparentar ecuanimidad, pero con los días retornarán a su papel inicial: conducir el voto al destino deseado.
El deseo de cambio es arrollador y ampliamente supera cualquier ambición de direccionar al electorado hacia una opción electoral o ideología para la cual trabajan.
Soy escéptico y lo sigo siendo, mientras no existan para las encuestas unos controles efectivos para el ejercicio de esta actividad; estoy más que seguro, que en el camino Irán equilibrando las cargas y falsamente le construirán al electorado una opción que satisfaga los verdaderos intereses de quienes los contratan. ¡Póngale la firma!
Hoy se acentúa el TOCONPE: todos contra Petro. Frente a una clara ausencia de programas y propuestas, el único argumento que esgrimen los demás candidatos de las coaliciones es dirigir unos feroces ataques emocionales al candidato de la Colombia Humana. Ningun candidato expone programas. Solo expresan la necesidad de atajar a toda costa a Petro. Todo lo reducen en que hay que detener a Petro, a como de lugar.
Si se analiza con detenimiento esta posible fallida estrategia, se deduce, que de esas declaraciones y posturas eclosiona la necesidad de un fraude. ¡Es un claro llamado al fraude!. Si solo se expresa la necesidad de atajarlo, cualquier cosa se haga, será con el fin de que no llegue.
Esa es la lectura que claramente se le hace, a expresiones tan energúmenas como las dichas abiertamente, por personas que han tenido la oportunidad de ocupar altos cargos y grandes dignidades de estado, cuando expresan: "Petro nunca será presidente de Colombia".
Aquí salta Misia Petrona Oliveros de Peña mi alter ego, cuando me decía: "Mijo el dinero no lo es todo en la vida y la persona que eso cree, hará cualquier cosa por conseguirlo y venderá hasta su propia madre".
Si dentro de esta sana lógica, cambiamos la palabra dinero y la extrapolamos por la palabra poder, nos explica el escenario que actualmente se nos presenta: para conservar el poder harán cualquier cosa inimaginable.
En Colombia los medios, la clase dirigente y el sector empresarial, no conciben una sociedad igualitaria y tampoco adquieren el compromiso y la responsabilidad social que les corresponde; están convencidos, que no existe otra opción diferente a la que agencian y que nos tiene 200 años anclados en el nepotismo, sin oportunidad de alternancia y en una dictadura solapada remedo de Democracia.
Su fatal resultado salta a la vista: 22 millones de pobres y 6 millones que viven en la indigencia sobreviviendo con menos de un dólar diario.
No sé sabe, porque la clase dirigente Colombiana, esta convencida que lo han hecho bien y en medio de su mesianismo inconmensurable no rectifican.
Agréguele a todo este mal desempeño, el estado de corrupción imperante que no da tregua. En época preelectoral, siempre traen a colación el cuentico trillado y con pasmosa tranquilidad expresan de una opción diferente: "nos llevará a convertirnos como Venezuela". Este manido estribillo, nunca analiza, ni tiene en cuenta, las inclementes sanciones económicas impuestas que pesan en el comportamiento de cualquier economía.
En este urgente cambio que se busca, nadie quiere establecer un régimen comunista, que se encuentra proscrito en el planeta; personalmente propugno por un sistema de gobierno social demócrata; tampoco se trata de defender ningún régimen, pero cuando el rancho está ardiendo se debe dirigir las mangueras con agua a apagar nuestro propio incendio y no a fisgonear el incendio del vecino. Definitivamente estamos muy mal.
¡Vivir para contarlo!
Esta vez les va a quedar muy difícil el engaño, porque el deseo de cambio se respira en cada esquina, en cada manzana, en cada barrio, en cada Comuna.
Precisamente este mismo ambiente de cambio, se respiró en las elecciones de 1970, donde Misael Pastrana Borrero salió fraudulentamente triunfador, sobre el General Gustavo Rojas Pinilla.
Hasta altas horas de la noche, el General Rojas ganaba sobradamente las elecciones, todos permanecíamos pegados de la radio, escuchábamos los resultados. Intempestivamente se fue la luz y no volvió; al otro día, extrañamente, Pastrana amaneció con una diferencia de casi 80.000 votos. ¡¡Vivir para contarlo!!
En este momento, nos encontramos viviendo ese mismo Deja Vu. En Colombia el pueblo vota pero no elige. Ojalá esta vez no se vaya ir la luz....porque plata nos quedan debiendo.