Hace unos días el pais conoció del extraño caso de un desastre ambiental causado por el brote de petróleo de un pozo casi seco.
Eso sí pasaba, pero hace 100 años, cuando los pozos estaban sin explorar y las características geológicas de la región daban para que el petróleo brotara de la tierra. Pero en estos pozos ya agotados es imposible que se haya dado una sobrepresión de forma natural.
Foto: Natalia Springer
Nadie dice nada, pero solo hay una conclusión posible: el derrame es el resultado de unas pruebas de fracking* que salieron muy mal. El fracking es el método de exploración de petróleo más destructivo que se conoce. En términos muy sencillos, se inyectan líquidos a una presión tan alta, que se fracturan las formaciones de roca profunda con el fin de extraer el petróleo que queda en estos pozos desgastados.
El fracking es una tecnología demasiado peligrosa, que está directamente relacionada con el aumento de los terremotos. Sin embargo, hay otro riesgo aún mayor: el fracking puede causar un enorme daño sobre los cauces subterráneos y superficiales, y el petróleo y los químicos pueden terminar filtrándose, afectando fuentes tan esenciales como el agua de la Ciénaga de San Silvestre, que es la que alimenta a Barrancabermeja.
Foto: Natalia Springer
Este es un tema muy sensible, sobre todo muy difícil de medir, porque el subsuelo contiene mucha vida que no conocemos pero que cumple una función ecológica. Por ahora, es imposible modelar las consecuencias de ese desastre.
La pregunta es, ¿por qué Ecopetrol está adelantando estas pruebas de fracking? La respuesta más sencilla es, desesperación.
Exprimir hasta la última gota de petróleo
de los pozos del Magdalena Medio usando fracking
no es exactamente una medida muy inteligente
Colombia no cuenta con reservas de petróleo para más de 5 años. Es por eso es que la compañía ha adelantado unos procesos de exploración off shore que le costaron sumas exorbitantes y que no rindieron ningún resultado. Lo que le queda, según parece, es raspar la olla. Pero exprimir hasta la última gota de petróleo de los pozos del Magdalena Medio usando fracking no es exactamente una medida muy inteligente. El riesgo de daños ambientales irreparables es incalculable y tan solo prolongarían la reserva por pocos años más.
Y tal vez es aquí donde uno se pregunta si no ha llegado la hora de enfrentar la realidad, y rediseñar Ecopetrol en conjunto con una política energética de Estado verdaderamente ambiciosa y amplia, de vanguardia, que vea en el agotamiento de nuestras reservas de petróleo la posibilidad de moverse hacia las energías del futuro: energías limpias y sostenibles.
Ecopetrol puede y tiene las capacidades para liderar una revolución en la exploración de nuevas tecnologías energéticas (hasta ahora nadie lo hace). Todavía no tenemos, por ejemplo, el mapa del potencial solar del país o una caracterización del potencial eólico. Es mucho lo que hay por hacer en el desarrollo de nuevas aplicaciones para la energía eléctrica.
Ese es el tipo de política de Estado que tiene que pensarse con décadas de antelación y en Colombia, ¡no hemos empezado todavía! Hace unos días y para la trágica diversión de todos, a Petro se le ocurrió la pobre idea de tanquear el carro con aguacates (¿con o sin pepa?), pero aparte de él, todavía no se ha escuchado absolutamente ninguna propuesta de los candidatos sobre el tema.
Sobre la propuesta de Petro hay que decir que el futuro no está en sembrar alimentos para producir combustible. Esa fue una política que implementaron los brasileños en los años 60, con una disponibilidad de tierras en el Paraná que nosotros no tenemos, y es una política agotada, problemática, con serios cuestionamientos de sostenibilidad.
Se los pongo así: ¿nos vamos a gastar nuestras agotadas fuentes de agua dulce en sembrar todo el país con alimentos para producir combustible? Además de poner en riesgo la seguridad alimentaria, reconcentrar más la posesión de la tierra, disparar el desplazamiento y generar otros problemas ambientales y sociales, esa propuesta es un caso magnífico para demostrar que la retórica populista nunca tiene más de un centímetro de profundidad.
En esta oportunidad, por primera vez en muchas décadas, Colombia podrá elegir a su presidente en paz. No podemos caer en los extremos, en la retórica barata, ni en la payasada. Este no es un concurso de belleza, no estamos eligiendo al más simpático, ni al mesías.
Debemos ser capaces de elegir gobernantes serios, profesionales, experimentados en la administración de lo público, líderes capaces de reunirnos a todos alrededor de unos propósitos comunes y de la voluntad de hacer un tránsito exitoso hacia la paz definitiva.
Video; Natalia Springer
*Quiero agradecer a los ingenieros expertos que me orientaron respondiendo a mis preguntas sobre este tema y que prefieren no ser citados.
