Este instinto, como conducta innata, en los animales llega hasta cierto punto, ya que la mayoría necesitan aprender todo "para ser lo que acaban siendo". Visión que parece considerar al ser humano como impermeable a lo que le rodea, sin tener en cuenta que las cosas se diseñan con determinados propósitos, tal como ocurre con los intermediarios tecnológicos, que nos han devuelto al estado primigenio de la naturaleza "donde los más fuertes oprimen a los más débiles y las voces sensatas se silencian".
Tecnologías que hacen que alguien se comporte o actúe de una forma determinada mediante estímulos y a expensas de su intimidad, "conectando los puntos sobre el comportamiento personal y escudriñando en silencio las pistas que dejan los hábitos de uso". Convirtiendo a Internet en una metáfora engañosa, que todos creímos como un espacio abierto a la libertad, que permitiría comunicar a todos con todos sin imposición alguna. Cuya tendencia es hacia el comportamiento instintivo del ser humano (animal digitalis), tornando la producción de la comunicación digital en adictiva y potencialmente ilimitada. Con capacidad ordenadora para establecer en buena parte las normas que orientan la vida, sin interferencia de las instituciones legítimas, "dado que no se llega a una sociedad justa sin garantizar la libertad de elección de las personas".
Llevando a que el lenguaje humano se vuelva abstracto, parco, funcional, y obligando a los usuarios a idealizar sus experiencias, a disimular sus fracasos, a crear un espectáculo extraordinario a partir de una vida simple y ordinaria. Por medio de un contacto en línea "que es en realidad una forma muy superficial de reemplazar la presencia y la cercanía del ser humano", pues vivimos en una cultura donde solo se valora la artificialidad, la subjetividad y la individualidad. Hasta convertir a la humanidad en lo contrario de lo que realmente es, mediante anuncios comerciales que transforman los sentimientos en razones y de unas herramientas informáticas que crean hábito más de lo que nos haría falta. Introduciendo así siempre un intermediario, un aparato o dispositivo "con todo al alcance de un clic", gracias a las empresas que operan en internet "que proporcionan los objetos de deseo en formato electrónico instantáneo", en un espacio virtual ilimitado.
Eclosión de la conectividad que, como nueva manera de relacionarse, es una adicción vinculada a los instintos. Algo que compartimos con los animales como emoción psíquica, que lleva a repetir conductas compulsivamente. Lo que en el ámbito digital representa producir de forma permanente datos, que generan enormes beneficios para las grandes empresas tecnológicas. "Volviendo transparente al individuo ante la máquina", en un entorno en el que las pantallas son ubicuas y en el que todo está a la venta, "colocando al ser humano en una soledad ocupada" en la que los aparatos electrónicos invaden su vida diaria, induciéndole a comportamientos que dificultan las relaciones significativas con otros.
Inmediatez, en la cual el hombre está "sacrificando los detalles para poder recordar el panorama general", perdiendo habilidades milenarias del sapiens que se lograron gracias a la evolución del lenguaje y la escritura (como la memoria a largo plazo), al dar solo prioridad al placer táctil de digitar. En una sociedad de entornos virtuales, del dominio de la imagen animada sobre el texto, donde las soluciones de alta tecnología son prácticamente sinónimo de desarrollo, y la innovación es alimentada por instrumentos con aplicaciones inteligentes integradas en mayor proporción que por mentes humanas. Las cuales, los usuarios, solo tienen que aprender a utilizarlas, sin necesidad de conocer los fundamentos constitutivos del saber que están aplicando, ya que "suponen un avance en la transmisión de conocimientos".
Inteligencia instrumental no relacionada con una mente lógica, "integrada en artefactos que actúan como prótesis cerebrales", que deberíamos empezar a centrarla en lo que está haciendo con nosotros. Haciendo surgir la capacidad de razonamiento que define al ser humano, dando especial importancia a la actividad mentecerebro (conceptos, juicios, razonamientos) como elemento fundamental para mejorar el aprendizaje.
Por esa razón, tenemos que encontrar formas creativas de hacer de las redes sociales un vehículo para la educación, en lugar de ser una simple forma de vender cosas, imponer valores, o de matar el tiempo. Antes de que tendamos a ser criaturas totalmente dependientes de una inteligencia artificial, que se ha vuelto más rápida, e incluso más integrada en nuestras vidas que cualquier humano individual.
Referencias
Michael Sandel, filósofo político y profesor de la Universidad de Harvard, Lo que el dinero no puede comprar.
Frank Pascuale, La sociedad de la caja negra y Los algoritmos secretos que controlan la información.
Hannah Arendt, Filosofía de la tecnología, el grave peligro del cientificismo.
Román Cendoya, Revolución. Del Homo sapiens al Homo digitalis.
