.Publicidad.
Emiro, desplazado desde una muy temprana edad, se convirtió en un andariego, y así, de camino en camino, entre diversas experiencias y trabajos se convirtió en un gran conocedor del café y del proceso caficultor.
En la vereda del Colorado, hace más de 17 años, don Emiro, como lo dice el, se enamoró a primera vista de Leonor, la mujer que con su temple le dio apoyo en todos los sentidos de la palabra a su amor por el café.
Hoy, después de su retorno al municipio de Páez, no solamente hace parte del Comité Cafetero, sino que tiene su propia finca cafetera. Ahí, Leonor y Emiro construyeron Saroma, su emprendimiento cafetero que ya cuenta con más de tres tipos de café, tres empleos directos y hasta 15 indirectos.