Las encuestas están de moda otra vez. A tres años de gobierno de Juan Manuel Santos, era de esperarse que se hicieran de nuevo los sondeos de opinión que tanto estremecen al país. Sin embargo, estas indagaciones en el pensamiento de los colombianos son perjudiciales y ocultan la realidad del país.
En primer lugar, es importante considerar que Colombia es un país donde la gente sabe mejor y recuerda con más claridad quiénes son los que participan en Protagonistas de Nuestra Tele a los que participan en política. Más fácil se olvidaron los colombianos de Juan Carlos Martínez (el ex congresista que en el 2011 tenía aterrado a medio país) que de Cristian Suárez (ganador de Protagonistas en el mismo año). Y esto es porque somos un país farandulero. Sólo nos interesa pasar bueno y que no nos jodan la vida. Más que por tener un proyecto político integral que mirara a largo plazo, la gente eligió a Álvaro Uribe por intereses egoístas: sólo para que no le jodieran más la vida. No importa si se la joden a otros, con tal de que a nosotros no. Y esto se ve en que poco o nada le interesa a la mayoría de la población colombiana saber que en el gobierno de su presidente favorito se hubieran dado más desplazamientos forzados que en ningún otro. Seguro que si esto lo hubiéramos sabido, no se habría reelegido ese señor ni se hablaría de sus logros en seguridad. Los colombianos somos personas mal informadas y egoístas. Y las encuestas de opinión (así como la mayoría de medios de comunicación) no ayudan para nada a que esto cambie, pues no preguntan, como mínimo, sobre temas esenciales. Espero el día en el que pregunten algo así como: ¿Está usted conforme con la manera en que el gobierno ha dado manejo a la Ley 387 de 1997, la Sentencia T-025 o la Ley 1448 de 2011? En vez de preguntar: ¿Le gusta que el presidente Santos se tome fotos en calzoncillos? Este tipo de pregunta sólo sirve para que los políticos sepan si, informada o no la gente, van a volver a votar por ellos.
En segundo lugar, porque saber qué piensan mil y punta de colombianos sobre este u otro personaje público no ayuda a formar opinión propia. Por el contrario, al volver general el pensamiento del 0.02% de Colombia y ofrecer estos datos como ley universal por todos los medios de comunicación, lo único que logran las encuestas es que el desinformado público se arrastre a pensar lo que piensan unos, que les dicen que son “mayoría”. Y esto porque la mayoría de seres humanos prefieren que piensen por ellos y les digan qué hacer y qué no. Con estos sondeos más nos alejamos de lograr, en una parte significativa de la población, la mayoría de edad kantiana. Los medios, más que cualquier otro actor social, tienen la responsabilidad de invitar a la gente a pensar por sí misma. Si en Colombia pensáramos y actuáramos con autonomía ya se habrían solucionado muchos de nuestros problemas: desde la violencia en los estadios, el de la droga hasta el de la corrupción política. Incluso nunca hubiéramos tenido que sufrir el flagelo del paramilitarismo. Si hay algo que puedo admirar de personajes como Héctor Abad Gómez, William Ospina o Jaime Garzón, es que son hombres que se atrevieron a pensar por ellos mismos. Sin embargo, mientras existan programas como Estilo RCN que le dicen a la gente hasta cómo se tiene que vestir y los de discusión y debate sean relegados a franjas con baja sintonía, seguirán aprovechándose del erario público los políticos inescrupulosos y pensando por nosotros.
Es deber de los medios de comunicación informar los hechos tal como son. Y es deber informar aquello que sí es de interés público. No entiendo cómo el caso de Fabio Salamanca es más importante para los noticieros que el hecho de que Amnistía Internacional diga que la violencia sexual por el conflicto armado se da debido a la falta de acción de la justicia. Lo primero, si bien está relacionado con la justicia, no pasa de ser vida privada. Es, lamentando el caso, farándula noticiosa. Es un caso más y le corresponde sólo a los implicados. Lo segundo, es la verdadera Colombia, la que deberían conocer los colombianos y por la que se deberían preocupar los periodistas.
Las encuestas de opinión son perjudiciales en Colombia. Nos alejan de ser un país autocrítico, con personas conocedoras de su realidad y su entorno. A la falta de medios de comunicación responsables, que son el circo romano moderno, apoyar el periodismo independiente y serio se vuelve un imperativo. Pero más que esto, es urgente que recordemos ese brillante texto de Kant, ¿Qué es la ilustración? y sus palabras más famosas: ¡Sapere Aude!, atrévase a saber por sí mismo.