SOBRE LAS NEGOCIACIONES CON EL ELN.
En este evento todo puede suceder. Lo más incierto, aunque plenamente válido, es la invitación del presidente Juan Manual Santos al expresidente Uribe Vélez para que envíe un delegado a la mesa de conversaciones con el ELN; lo que parece estar indicando que el primer mandatario, a estas alturas del paseo, aún no se ha dado cuenta en donde está parado el expresidente Uribe, y todavía mucho más si tenemos en cuenta que las negociaciones con este grupo armado deben arrancar sobre la base de los acuerdos de La Habana, a los cuales se opuso con toda la rabia y con toda la desinformación del caso, el expresidente y todo su séquito de seguidores.
¿O es que van a negociar otra Justicia Especial para la Paz distinta a la acordada con las Farc? ¿O una participación política diferente? ¿O un acuerdo agrario por debajo o por encima del techo de lo pactado con las Farc? ¿O el tratamiento de los cultivos de uso ilícito será diferente? ¿O la verdad, la justicia y la reparación para las víctimas será otro acuerdo diferente? ¿Y através de qué mecanismo se van a refrendar, implementar y verificar los acuerdos con el Eln?
Uribe quiere la rendición de la insurgencia. En esto no podemos equivocarnos. Hay que decirlo con franqueza: el expresidente quiere la solución militar del conflicto armado, y así lo ha proclamado abiertamente en múltiples ocasiones que apuntan a llegar a las elecciones presidenciales del 2018 con el proceso de paz hecho pedazos.
De tal manera que, desde su punto de vista, el expresidente tiene toda la razón: ni que fuera un tonto para desperdiciar el capital político que se encontró con la victoria del NO en el plebiscito, con el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales en los EEUU, y por supuesto, con la arrasadora reforma tributaria que es un estropicio contra las capas medias y las mayorías pobres de este país.
Se puede decir que la jugada de Santos apunta a darle mayor amplitud a las negociaciones con el Eln, habida cuenta del fracaso del plebiscito que lo dejó muy mal parado, y que, por el contrario, resucitó a Uribe Vélez que sale con una de las cartas ganadoras para las presidenciales del 2018.
Pero bueno, no hay que ser tan aguafiestas. Al contrario, hay que valorar en su justa medida, toda la importancia que tiene el anuncio de que, por fin, el 7 de febrero, se instale la mesa pública de negociaciones con el Eln. En este sentido hay que felicitar a las partes y desearles muchos éxitos en las negociaciones, porque sencillamente, una paz sin los elenos es una paz incompleta.
Por eso los demócratas de éste país tienen que estar preparados para asumir la avalancha que se avecina, impulsada por los guerreristas recalcitrantes de siempre que seguirán tratando de defender a toda costa los privilegios que les da la administración de la guerra, entre otros el privilegio de la corrupción, que han utilizado al calor de esta guerra de 60 años para su beneficio personal.
Por este mero hecho hay que saludar los diálogos, negociaciones y acuerdos entre el Gobierno y el Eln, y desearles con optimismo una pronta y cumplida solución política, sin detenerse demasiado en el que dirán de los voceros del militarismo.
Y por supuesto, no sobra repetirlo, hay que confiar en una actitud democrática de los medios de comunicación. Sin una actitud propositiva e incluyente de los medios, va a ser muy difícil superar la confrontación y la polarización de la familia colombiana. No vaya a ser que los árboles no dejen ver el bosque.