Viendo las reacciones en redes sociales sobre la visita de Juan Manuel Santos a la Universidad Nacional del día de ayer 28 de enero, noté el entusiasmo propio de las generaciones más jóvenes sumado a ciertas inercias que en mi opinión no han hecho mucho bien en la U. Nacional. Más aún, noté algo de descontento sobre la intervención de la representante estudiantil Sara Abril.
Esta intervención se puede considerar como diagnóstica y en algunos fragmentos acertada. Sin embargo, aunque hubo puntos a rescatar, tal vez el nerviosismo del momento o tal vez el exceso de coherencia hacia su corriente política le impidió hacer una mejor intervención.
Está muy bien que en una sociedad tan desigual y con transgresiones tan marcadas hacia los derechos individuales como la nuestra, hayan personas que sean capaces de expresar su opinión de una forma tan directa, tal y como mencionó el presidente en su intervención: “A los estudiantes de la UN los han estigmatizado y la Universidad ha sido víctima del conflicto armado”. No obstante uno espera de una estudiante en el rol de Sara Abril, una intervención menos contestataria, que evidencie a primera vista que no se está dialogando en una plaza de mercado, ni marchando en una protesta, ni que se está haciendo populismo en plaza pública.
Rescato de la intervención la máxima de que la educación del pueblo colombiano es un derecho y no un servicio público como dicta la Constitución de 1991. Esta definición errónea como servicio, se ha prestado para generar la crisis que se ve actualmente en el Sistema Educativo del país, con una universidad pública que tiene prácticamente congelado su presupuesto desde hace 24 años, con importantes déficits en infraestructura y que pese a ello ha aumentado casi dos veces su cobertura, sin obviar los problemas estructurales a nivel de educación media y básica.
Me pareció pertinente recordarle al dirigente de los colombianos que la educación debe ser universal y gratuita, ya que como Thomas Piketty menciona en su libro “El Capital en el siglo XXI” es el único medio eficiente para superar la desigualdad social.
De igual modo es bueno que la sociedad le recuerde al presidente que muchos no estamos de acuerdo con la reciente subasta de ISAGEN entre otros hechos recientes. Pero olvidamos algo, se hizo el diagnóstico, se tuvo la valentía, si así podemos decirle, porque de hecho es un deber ciudadano hacer control político, de decirle al presidente y al Gobierno sus errores; pero las propuestas para un eventual posconflicto, algunas ideas para resolver la crisis educativa, ¿En donde quedaron?
Eso es lo lamentable, reflejamos al país en vez de proyectarlo, como alguna vez escuche cuando ingrese de estudiante a la UN. Somos muy buenos en criticar, en ver los problemas y en discutir seriamente sobre ellos; pero donde quedan las soluciones. Sé que el país le debe mucho a la UN, muchos egresados han encontrado y trabajan en hallar soluciones a muchos problemas que nos aquejan, sin embargo la intervención de hoy de una representante no mostró ese hecho comprobado a la sociedad en general.
La intervención no mostró el principal valor de la UN y de la Universidad Pública a nivel nacional y es su amplia diversidad, diversidad que muchos en la UN no valoran, porque lamentablemente no se han enfrentado a un ambiente distinto. Hoy quedó en evidencia que se discute seriamente sobre problemas académicos y sociales del país; pero lo estamos haciendo para nosotros mismos y eso nos está restando importancia como actor social y académico ante la sociedad.
Finalmente me preocupa seriamente que seamos muy buenos para diagnosticar y discutir; pero poco eficaces a la hora de proponer. Dado el papel protagónico de la UN y de la Universidad Pública para el desarrollo del país en el eventual pos-conflicto. A la larga son esas propuestas y soluciones las que importan y lo que realmente es capaz de ver la sociedad desde su perspectiva.
