Santos no es el rey de Arabia
Opinión

Santos no es el rey de Arabia

Para iniciar las comparaciones, en el encuentro de Santos con Trump no hubo siquiera un comunicado conjunto, así los medios presenten la visita a la Casa Blanca como un éxito

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mayo 24, 2017
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Como tantos temas, la visita del presidente Santos a la Casa Blanca ha sido sobredimensionado por nuestros medios de comunicación.

Vale la pena intentar reducirla a su verdadera realidad, no por adherir a la oposición, sino por buscar darle la dimensión que permite analizar correctamente su importancia.

Como recepción por parte del gobierno de los Estados Unidos a un jefe de Estado colombiano no marca un hito en cuanto a la atención o la trascendencia que se le dio. No necesariamente el tratamiento esperado puede ser como el dado a Álvaro Uribe, quien fue invitado incluso al rancho de Bush, es decir a un cierto nivel de intimidad. Pero la mayoría de nuestros presidentes habían sido alojados en Blair House (casa de huéspedes oficial), como invitados de cierta categoría. Y todos habían sido homenajeados por lo menos con una cena en su honor. En este caso, como lo destacó alguna comunicadora más pendiente de estas cosas, no se consideró ni siquiera el protocolo de que hubiera primera dama, ya que Yvana Trump vive en Nueva York y solo se desplaza para ciertos actos oficiales.

Y ya no como jefe de Estado sino como Nobel de Paz, prácticamente ninguna mención a la visita al mandatario americano apareció en los medios americanos y menos en los internacionales. No es propiamente algo comparable a las visitas de Mandela, ni por la importancia del fin del problema en Sudáfrica, ni por la del personaje en la historia de su país.

Como coincidencialmente al día siguiente de la entrevista de nuestro mandatario con el presidente Trump este último se reunió con el rey de Arabia Saudita, la comparación nos permite poner pie en tierra.

Al Rey Salman lo va a visitar en su territorio; se le dedica un par de días con toda una jerarquía de altos funcionarios; el encuentro se cierra con 30 negocios comerciales por 380.000 millones de dólares, de los cuales 110.000 millones en armamento; dicha visita fue cubierta por toda la prensa internacional y motivo de recuento en todos los periódicos americanos.

En nuestro caso, de dineros no se supo que hablaran nada, puesto que lo único conocido son los 450 millones comprometidos por el gobierno Obama y ratificados por el Congreso sin modificación.

 

Ateniéndonos a lo informado por nuestros medios la entrevista duró media hora,
durante la cual por supuesto no se puede ni iniciar a hablar de un solo tema,
mucho menos de ‘la relación’ entre ambos países, la droga, Venezuela o el ‘proceso de paz’

 

Ateniéndonos a lo informado por nuestros medios la entrevista duró media hora, durante la cual por supuesto no se puede ni iniciar a hablar de un solo tema, mucho menos de ‘la relación’ entre ambos países y los intereses alrededor de la droga, de Venezuela o del ‘proceso de paz’. Parece que los 45 minutos previstos incluían la rueda de prensa. Es obvio que la visita fue solo protocolaria, pues los canales institucionales tanto comerciales como diplomáticos tienen posiciones fijadas respecto a todo lo anterior, y que nada se puede siquiera plantear en ese lapso de tiempo.

Hablando de lo que parece recogible de las versiones de nuestros medios (puesto que no se conocen comunicados o comentarios de otros), en el contenido de las pocas palabras que tienen efecto como política pública sí hay algo de sorpresas.

El énfasis no fue como se preveía en la lucha contra las drogas (dado las cifras de crecimiento) sino en la función de Colombia como elemento de contrapeso (¿contención?) con Venezuela. Respecto a los acuerdos de paz, se esperaba algún compromiso u oferta de colaboración para darle significado a la reunión, pero parece que todo se limitó a una felicitación al presidente Santos y unas palmaditas en la espalda.

Tal vez más peso pudo tener el contacto con los líderes del Congreso, aunque de acuerdo con los informes de prensa y a sus declaraciones también dejaron como tema de lado el de la paz. Como Trump, aunque desarrollando el argumento de que los apoyos a Maduro venían de Irán, Cuba y China y que por lo tanto no era esperable el retorno rápido a una democracia plena, sugirieron un fortalecimiento de nuestra capacidad bélica -aunque sin ofrecer ayuda para eso-. Y de lo ya aprobado (los 450 millones) propusieron que se destinaran mayormente a combatir el problema de las drogas.

En resumen, y contrariamente a lo que nos presentan, en cuanto a políticas y/o recursos y ayudas, el viaje no aportó nada adicional a lo que ya existía. En especial, dado que tanto el tema del presidente como del interés que ha podido despertar en el ámbito internacional es el futuro del Acuerdo de Paz, no se sabe de ningún logro.

Lo malo no es tanto la falta de algún resultado concreto o tangible (ni siquiera un comunicado en común) sino que con la presentación que se hace -como si hubiera sido un éxito- se repite lo que molesta a la ciudadanía, que es el intento de vender imágenes que son contrarias a la realidad.

P.D. Después de la visita, Trump solicitó al Congreso reducir la ayuda a Colombia

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