El país sigue en picada, no hay duda de que nuestra querida Colombia es un país inmensamente rico en recursos naturales. Dos océanos, ríos, lagunas, fuentes de agua en cualquier sitio, diversidad de climas y lo más importante, su gente laboriosa y estoicamente golpeada por la corrupción, el nepotismo, la violencia de todos los sectores, el narcotráfico, demostrando con ello que tenemos país, pero no tenemos Estado. Esta tautología nos infiere que nuestro estado es pobre, pero pobre por la falta de políticas públicas que se direccionen al 70% de la población de pobres, al 28% de clase acomodada, emergente o nuevos ricos y al 2% de los ricos dominantes del país que hacen parte la clase política-económica que nos ha gobernado por más de cien años, y donde incluimos nuestro presidente Juan Manuel Santos, descendiente de la dinastía de Enrique Santos Molano, Francisco Santos Galvis y Eduardo Santos Montejo, este último tío-abuelo de nuestro presidente.
En el 28% se encuentra el expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien sin tener el abolengo y la descendencia elitista ha intentado socavar el poder de los engendros y es por ello que esas diferencias conceptuales de linaje y poder no pudieron ser desterradas cuando “cedió” a Santos lo que consideraba una nueva etapa para Colombia. Una vez en el poder, Juan Manuel “peló el cobre” y se enclaustró en su propia generación, rompiendo toda clase de ideal de su mentor, quien se imaginaba continuar con su “seguridad democrática”, la economía de mercado, la confianza inversionista, los debates con firmeza y coraje, su ideología que dice no ser de izquierda ni derecha, al considerarse expresión democrática de centro y críticos acérrimos de la negociación entre el gobierno y las FARC.
Todo ese entramado para mantener la hegemonía de cientos de años, con la de imponer una filosofía política de “mano dura, corazón grande” ha desencadenado que el pueblo colombiano esté cada día más pobre y los ricos más ricos. La soberbia de uno y la intransigencia del otro recaen en la faltas de políticas públicas y ya el pueblo se está rebotando. El Chocó se expresó, Buenaventura marchó, los maestros luchan por mejores condiciones y financiación para nuestra educación. Todo el sector público está en paro total o parcial. El gobierno no aparece, nunca hay dinero. Además, las peleas intestinas con el Centro Democrático no han dejado gobernar al presidente, los políticos de los partidos de la coalición se han untado de “mermelada” y corrupción y les importa un comino lo que suceda en sus regiones. En fin, Colombia, ese país rico, es un estado pobre y sin gobernabilidad.
Lo que el futuro nos presenta, tampoco es halagador, un energúmeno exvicepresidente Vargas Lleras, descendiente de esa casta del 2%, su abuelo es el expresidente Carlos Lleras Restrepo. Su primer cargo público de importancia fue Ministro de Hacienda de Eduardo Santos Montejo, el renombrado tío-abuelo de nuestro presidente. Los otros candidatos de centro derecha que se vislumbran no tienen el carisma ni la preparación para llegar al poder. La izquierda tradicional, los mamertos, trotskista, línea Mao Tse-tung, los revisionistas, o progresistas, muy poco tienen que mostrar, han demostrado que no se gustan entre ellos, son “enemigos a muerte” y defienden sus propios intereses, sin importarles los del pueblo. Los nuevos como Alianza Verde, y otros muy poco conocidos, se entrelazan en sus pírricas defensas de género, que debe ser un tema de contexto global de gobierno y no de rabietas de parejas.
Ese es el futuro que nos espera, pero la verdad verdad, es que no queremos más presidente en cuerpo ajeno, ya basta de Santos vs Uribe. Nuestro país es rico, aunque nuestro estado sea inmensamente pobre.