No sabemos hasta donde sea malo que se espíen a políticos y dirigentes, al menos en Colombia. Puede ser ilegal, pero también legítimo, ya que ello permite descubrir sus verdaderas caras y eso es bueno para la gente. Además deben someterse al escrutinio público, más aun cuando muchos son elegidos por efecto de manipulación y malas prácticas.
Por lo que se conoce de la interceptación de correos electrónicos al presidente Santos, se concluye que buena parte de su tiempo anda ocupado en sus frivolidades aristocráticas y de la buena vida. Que tiene confianza íntima con personajes condenados como Fernando Botero Zea, no sabríamos aun con quien más se relaciona de ese corte. Y que tiene gran fascinación por lo suntuoso.
Santos, el gran oligarca, podría sin duda considerarse como la antítesis del ecuánime presidente Mujica, un hombre modesto al extremo, que dona más de la mitad de su salario y que es feliz viviendo con poco en una chacra. Hoy se conoce que al parecer Santos se la pasa concentrado, haciendo negocios multimillonarios de obras de arte con personajes cuestionados con quienes se evidencia una extrema familiaridad.
El Presidente se va de compras
Los medios de comunicación oficialistas (Semana, El Tiempo, Caracol, RCN, etc.) no le dan la trascendencia que merece a las actuaciones privadas de Santos, que mucho tienen que ver con su estilo y compromiso de gobierno. Para ellos no tiene importancia, sería rutinario (lo cual explica su cómoda posición). Más bien se rasgan las vestiduras porque al pobrecillo lo espían y lo pillan en sus vanidades. Pero es un hombre público que debe responder totalmente por sus acciones ante la sociedad. Por ello sería acertada la definición de Gardeazábal: Santos es aristócrata, perfumado y bogotano ( y ojeroso según Tola y Maruja).
En un aleatorio correo electrónico se descubre algo que sería aberrante dentro de un estilo mesurado como el del presidente Mujica: Santos estaría muy ocupado, nada menos que haciendo amigos y contactos en Christies (seguro que el 99% de los colombianos no saben que es eso). No saben que Christie's es una de las más famosas casas de subasta del mundo, fundada en 1766 en Londres donde solo tienen acceso los más ricos del planeta y desocupados. Miren el confianzudo y frívolo correo dirigido a Botero Zea:
“Apreciado Fernando,
Por tratarse de una suma que para mí es MUY importante me tomé el atrevimiento de pedirle a un amigo en Christies que si me los avaluaba y estos son los estimativos que me dio. Le ruego entienda que es lo que le quiero dejar a mis hijos pero los precios que me dio están bastante por encima.
Abrazos un muchas saludes a María Inés, J.M”.
En la comunicación hay fotografías de cinco obras del maestro Fernando Botero y el valor estimado que el presidente Santos le envía al polémico hijo del pintor: 1) Bodegón con libros, cuyo valor estiman entre 300.000 y 400.000 dólares; 2) Dos músicos, con un avalúo entre 350.000 y 450.000 dólares; 3) Hombres bebiendo, con valor calculado entre 250.000 y 350.000 dólares; 4) Matador, estimado entre 400.000 y 600.000 dólares; y el 5) Mujer fumando, avaluado entre 300.000 y 400.000 dólares. (Anexo el correo con las pinturas).
¿La “punta de un Iceberg”?, un lotecito de obras de arte que estaría avaluado por el experto de la galería Christies por ¡¡más de cuatro mil millones de pesos!!. Y es lo que conocemos de un solo correo electrónico. El regalito que quería hacerles a sus hijos, mientras la mayoría de jóvenes colombianos no tienen ninguna posibilidad de ingresar a la universidad y miles de niños viven en la calle.
Y ahora el Gobierno sale a contratar a los mejores expertos del mundo para que investiguen quién hizo ese espionaje (pagados con nuestros impuestos), para que ubiquen al “Snowden colombiano”, cuando según Daniel Coronel, lo tiene en su propia casa. Raya con la ridiculez el “Presidente Diamante”, ya que ahora irá a todas partes, después de tantas incoherencias escondidas, fusilerías y tonterías, a pedir “vote por mí”. Más bien, por la buena salud de los colombianos, el espía, debería recibir un reconocimiento al desvelarnos semejante realidad: un presidente que no es más que la antítesis del mejor presidente del mundo.