Parece que no hay efecto sin causa que lo produzca. La popularidad del presidente de la República se encuentra en los niveles más bajos en su historia presidencial y esto le ha sucedido sobre todo en los momentos en que trata de desconocer la realidad, como le ocurrió cuando dijo que aquí no había paro agrario. Ahora está diciendo de una ley que se encuentra para su sanción presidencial que es anti-contrabando, sabiendo que es solo pro-monopólica, aumentando así la desigualdad economica que hoy existe en los comerciantes que es bien antagónica si se comparan a organizaciones como Falabella, Éxito, Home- Center, Metro, Yumbo, entre otros, que son los magnates del mercado y la importación de artículos con el Hueco, los san amdresitos, que son de mucho más bajo nivel económico, quienes no van a tener capacidad de competir, pero reciben desde ahora el apelativo de 'delincuentes' y que a partir de esa ley pro-monopolio van a ser judicializados y encarcelados en aras de la supuesta defensa de los intereses de los colombianos.
Las enormes y multitudinarias marchas de colombianos y colombianas a lo largo y ancho de nuestro territorio, buscan concertar con el Gobierno las normas aduaneras para que no se tipifique como delito y el derecho al trabajo de los comerciantes de más bajos recursos es algo que hay que arreglar, pero el Gobierno se rasga las vestiduras hablando de paz. Está emitiendo leyes y decretos como el Código de Policía, que es más regresivo y represivo que El Estatuto de Seguridad, con que se castigó a los luchadores y pensadores democráticos en la época del expresidente Julio César Turbay Ayala, pues con este nuevo código se permiten o exigen los allanamientos sin ninguna orden judicial, las detenciones preventivas y, sobre todo, la represión a la protesta pública que ya se tendrá que hacer con el permiso de quienes la hacen necesario.
La afiliación de Colombia a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE ), conocida como el " club de los países ricos", que obedece solo a los intereses de los magnates del capital financiero mundial, ya le está poniendo topes o mejor temporizadores al derecho de las pensiones de jubilación que eran vitalicias y, lo más grave, es que el presidente en las visitas internacionales a la Unión Europea les está prometiendo acabar con la circulación del dinero físico para favorecer el dinero plástico; es decir, sometiendo a los trabajadores de la informalidad, a los más pobres, a los altos costos financieros que, ayudados con el 4 x 1000, hacen más cruel la existencia de estos en beneficio del capital.
Nos estamos preparando para el posconflicto, pero ¿será que se puede hacer un pacto social en medio de las medidas coercitivas, represivas y aduaneras, recorte de los derechos humanos a través del Código de Policía, supuestas leyes anti-contrabando, y de disminución del dinero circulante efectivo, mientras se llena de privilegios al sector financiero, a los monopolios comerciales, a los fondos de pensiones y sobre todo a las desprestigiadas fuerzas de Policía que hoy conviven con las bacrim, que mantienen amenazado y extorsionando al pueblo colombiano?
Puede que las mayorías que calificaron con baja popularidad al presidente de la República se equivoquen, como nos equivocamos las mayorías que lo elegimos y hemos elegido a los anteriores gobernantes. El Presidente habla de paz y se está armando para la guerra, penalizando la protesta pública, la minería de los pobres, a los comerciantes de más bajo nivel económico y no ha hecho nada por aliviar la enfermiza salud que se nos presta a los colombianos y colombianas de los estratos más bajos de la economía; ahí si del dicho al hecho, hay mucho trecho. La poca aceptación que tiene el Gobierno de turno tiene su fundamento en todas las medidas antipopulares que se han dictado y se están preparando para el posconflicto.
