Carta abierta al Presidente de la República de Colombia, Dr. Juan Manuel Santos Calderón.
Respetado Juan Manuel
Al dirigir esta carta a usted, lo hago fraternalmente y a la vez para expresarle la preocupación e indignación de ver la realidad de mi país, casi destruido, en nombre de la “prosperidad para todos”, que es el eslogan de la máxima magistratura, que usted preside en la actualidad y desde el año 2010. Pareciera que los términos principales, de la frase emitida por la Presidencia de la Republica, estuvieran haciendo un reflejo de lo que en realidad es una mufa, en la cara de todos los colombianos, haciéndome pensar que usted al leer esto se reirá de mi, como se ríe de mis compatriotas día tras día.
Siento indignación por ver tanta pobreza en mi suelo sagrado, por tener que tener la salud y la educación que tenemos, por los altos niveles de inseguridad (imposibles de ocultar, por más que se quiera por parte de sus aliados), por la insatisfacción de mis compatriotas y principalmente, por ver como de manera descarada, usted muy probablemente estaría aspirando a una reelección en este 2014. ¿Alguien, mas allá de una conocida casa editorial en realidad quisiera su reelección? Al parecer no, puesto que veo como el descontento de millones de ciudadanos de Colombia, han expresado su apoyo al cambio. Lo anterior, resultaría magnifico y no tendría sentido esta carta que escribo para usted; pero, si usted estuviera sentado cerca de mi silla, le diría con voz baja que siento miedo, porque a mi país se le olvidan los argumentos, causas y consecuencias en un rango de tiempo muy corto, y lo que es peor, con una frecuencia demasiado alta.
Errar es de humanos, así lo ha marcado la historia del mundo, pero en muchos campos de la vida (especialmente en el campo político), cuando algo no va de la mejor forma, la opción más factible es cambiar. De hecho, me resulta demasiado preocupante que persistamos en el error, porque como usted, más que nadie sabe, tiene un as bajo la manga que puede llevar su imagen desfavorable, a convertirlo en lo que para muchos en algunos años, sería el “mejor Presidente de la historia del país”. Su reina en el tablero, indudablemente es el proceso de paz. El proceso de paz, no es nada más que un ejemplo concreto de la falta de organización; por desgracia, no es lo mismo tener errores de planeación en una casa de 4 personas, que en una Nación de casi 48 millones de habitantes. Le dimos la posibilidad de dialogar a una guerrilla notablemente debilitada. El panorama para ellos, desde que se iniciaron los diálogos, cambio notablemente y como a un paciente al que se le inyecta suero, ahora tienen una vez más una fortaleza económica y judicial envidiable por cualquier guerrilla del mundo. Lo peor de todo, es que usted se está convirtiendo en un títere de las FARC, pues son ellos quienes juegan con su tiempo, porque finalmente quien esta ente la espada y la pared, en este momento, es usted señor. El jubilo que debe sentir en este momento el grupo al margen de la ley, debe ser supremo; en tan poco tiempo paso de ser un grupo terrorista reconocido por la comunidad internacional inclusive, a ser un mentiroso “actor político” del país.
En el campo institucional, tenemos una real catástrofe. Nuestra democracia está cada vez más distanciada de la legalidad y de la legitimidad. Más del 73% de los colombianos, no confía en el Gobierno, del cual usted es la cabeza mayormente visible, lo que es un síntoma de la pérdida de confianza que en solo 3 años y medio usted ha desarrollado, si tenemos en cuenta que lo eligieron (porque yo no voté por usted), 9.00422 colombianos de un total de 14 millones de votantes, aquella tarde del 20 de junio del 2010. Sus políticas para superación de la pobreza en Colombia, no han funcionado en realidad. El empleo que debería ser una prioridad en su Gobierno, simplemente ha sido un fantasma o el resultado de una gran capa de maquillaje puesta de la mano del DANE; probablemente, subsidiando a más familias, como usted lo ha hecho, se puede tapar con las dos manos la realidad económica del país, pero Juan Manuel, no subestime a sus compatriotas y no intente taparlo con un dedo. Si de la invisibilización de situaciones graves hablamos, usted es el más grande maestro que he conocido. Aun recuerdo su frase célebre “El tal paro Nacional agrario, no existe”, mientras los campesinos ponían en jaque al país, gozando además de un importante apoyo popular. La falta de políticas agrarias consolidas, maduras y ejecutables le dio a usted el titulo de la persona más odiada por la mayoría de boyacenses, sin menospreciar a los demás departamentos, claramente. San Andrés, ese tema del que tanto se habló, la seguridad, la justicia y la educación, son temas que si los nombro en este texto, muy probablemente la empresa que provee los cartuchos para mi impresora, estaría de plácemes, pues sería una cantidad importante de paginas las que tendría que juntar para hacer llegar a su despacho.
Juan Manuel, usted no es una persona torpe, como muchos lo catalogan. No encamine sus pasos en búsqueda de una reelección. Deje que el país lo olvide, que como le dije anteriormente, debido a la amnesia que tenemos en nuestro país, muy probablemente pase más pronto de lo que usted y yo esperamos. Mire nada mas, no han pasado sino 15 años y ¿Usted cree que alguien en este momento recuerda al despertar los errores que cometió Andrés Pastrana, que pusieron al país contra las cuerdas?
