En varias ocasiones visité al doctor Alberto Santofimio en La Picota, siempre lo quise conocer, de hecho casi hago mi tesis de grado sobre el caso de él (hace ya ocho años). Lo único que puedo decir es que es un prohombre, un intelectual, un prócer, un grande de la política, un maestro, un amigo; mientras Santofimio habla los demás callan (está hablando un sabio) tiene una lucidez mental que asombra, recuerda fechas, nombres y eventos históricos con exactitud, me dolió que un hombre de esas calidades estuviera encerrado, desperdiciándose su potencial, cuando debería estar dando cátedra en las universidades y discurso en las plazas públicas. Recibo con beneplácito, satisfacción y regocijo la libertad condicional que le fue otorgada, no importa que haya sido gracias al coronavirus, lo importante es que pronto estará en su casa al lado de los suyos.
Mi talante me impide negar a mis amigos, no importa de qué se les sindique, jamás olvidaré los exquisitos almuerzos en el ERE Sur de La Picota compartiendo manteles con Alberto Santomio, los Ex Senadores Álvaro “el gordo” García Romero (quien ahora está flaco) Julio Manzur Abdala, Martín Morales Dix y muchos otros más que allá se encuentran. El tema de conversación, el de siempre, la política, quién va a ganar, cuantos votos, en dónde, eso nos entusiasmaba y se nos pasaban las horas rápidamente.
Santofimio nunca debió estar detenido, los que nos leímos la sentencia proferida por la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, sabemos que esa providencia tuvo motivaciones políticas y presiones mediáticas, lo que se hizo con él fue una muestra más de que la bajeza judicial sigue vigente. Alberto Santofimio es otro mártir de la justicia, su caso es tan aberrante como los de Manuel Francisco Becerra Barney, César Pérez García o David Turbay Turbay entre muchos otros.
Para condenarlo se inventaron varias “figuras” jurídicas que en ninguna parte del mundo existen y que deformaron 100 años de dogmática penal, según la Corte Suprema él fue “el determinador del determinador” Pablo Escobar, ¿Puede alguien creer que a Escobar le daban órdenes? Escobar se mandaba solo, era el capo de capos, no había nadie por encima de él. Este caso lo debatíamos en la Universidad Jorge Tadeo Lozano y siempre le dábamos la razón a Santofimio.
Los hechos por los que se le condenó fueron del año 1989, y la sentencia es tan frágil que tuvo que traer a colación el hecho de que Santofimio resultó supuestamente involucrado en el Proceso 8.000 en 1994 (lo cual no tiene nada que ver con la acusación) para luego decir que él “era proclive al delito” y que por tal motivo él fue el que mandó a matar a Galán, nada más absurdo que ese argumento, que cae en graves problemas de petición de principio (dar por probado lo que debe probarse).
Colombia es el único país en el mundo donde la Fiscalía “declara” crímenes de lesa humanidad, cuando eso es un asunto que se debe probar ante un Juez de la República, esta es la hora en que yo no sé en qué afectó a la humanidad la muerte de Luis Carlos Galán, él era un candidato presidencial, sí, muy lamentable su muerte, pero no se puede sacrificar todo el ordenamiento jurídico para hacer populismo y condenar a un inocente.
Ni qué decir del recurso extraordinario de casación presentado por la Fiscalía, brilló por su mediocridad, debió haber sido rechazado, no cumplía en lo absoluto con la técnica de casación que rigurosamente le exigen a todos los abogados, pero como era contra Santofimio, todo se valía.
Aunque no lo crean, cada vez que escribo sobre el doctor Alberto Santofimio, escriben gentes de todas partes del país a expresar su respaldo, una muestra de que él aún despierta el cariño, el fervor y la gratitud popular en las distintas latitudes de nuestra geografía nacional.