Un paseo por el pabellón de licores de un supermercado en los últimos años muestra una mayor variedad de cervezas a la venta. Marcas que al consumidor colombiano le sonaban exóticas, como Stella Artois o Coors, ahora son comunes. Aún con toda la oferta, este negocio está controlado por solo dos grandes empresas que forman parte de las grandes cerveceras del mundo.
Por un lado, están los tradicionales dueños del negocio en Colombia. Desde hace tres generaciones, la familia Santo Domingo ha dominado el mercado colombiano con la cervecería Bavaria. La marca es hoy día solo una más dentro del gran portafolio de AB-Inbev, una gigante con gran fuerza en Estados Unidos, Europa y Brasil.
Esta multinacional compró a SABMiller, grupo surafricano que en 2007 se había asociado con Bavaria. Julio Mario Santo Domingo se convirtió en ese momento en un accionista principal de un grupo en el que América Latina era su fuerte.
Nueve años después, AB-Inbev adquirió a SABMiller. Las inversiones en bebidas del grupo Santo Domingo entraron a hacer parte de la mayor cervecera del mundo, aunque el suyo es un porcentaje minoritario. Las marcas tradicionales como Águila y Club Colombia hacen parte de un inmenso portafolio con tres marcas foco globales: Budweiser, Corona y Stella Artois.
Pero ya no están solos en el mercado. En 2019, la familia Ardila Lülle se asociaron con la familia chilena Luksic para volver al negocio cervecero, en el que habían estado en 1995 cuando Carlos Ardila Lülle, el padre, montó la planta de Leona en Tocancipá. Cinco años después esta terminó finalmente en manos de Bavaria, tras un canje de negocios con la producción de jugos y gaseosas.
Hace dos años, Carlos Julio Ardila en nombre de la Organización Ardila se asoció con el grupo chileno Centrales Cervecerías Unidas, de la familia Luksic y constituyeron la empresa para armar la Central Cervecera de Colombia con una planta en Sesquilé (Cundinamarca). El 50% es propiedad de los Ardila, un 25% de la familia chilena Luksic y un 25% de la multinacional holandesa Heineken International. Además, mediante convenios firmados a través de los inversionistas chilenos, empezó a distribuir las cervezas Tecate, Sol, Miller y Coors.
Un punto curioso se produjo en los últimos años con las marcas Miller: durante un par de años, la propiedad de SAB Miller en Bavaria permitió que las cervezas Miller Lite se produjeran en Barranquilla. Con la fusión de SAB Miller y AB-Inbev, este último grupo debió vender las marcas Miller al grupo canadiense Molson Coors, pero la producción en Barranquilla se mantuvo durante varios años.
Así, la Cervecería Águila de Barranquilla produjo cervezas que, a partir de 2018, debía vender Central Cervecera gracias a los acuerdos internacionales. Es una de las pocas situaciones en las que los Santo Domingo y los Ardila Lülle han tenido este nivel de cooperación.
La lucha que se vivió entre Bavaria y Leona de 1995 a 2000 se está repitiendo. Ahora no es únicamente un duelo entre los dos principales grupos económicos del país, como la que se vive en la televisión. Con la participación internacional, es un capítulo más en el que las principales multinacionales se disputan los brindis de los colombianos.
La disputa entre las multinacionales ha llegado incluso a las cervecerías artesanales. AB-Inbev adquirió Bogotá Beer Company en 2018, mientras que Postobón compró pocos meses después la cervecera de Medellín Tres Cordilleras. Esto ha influido en la creación de pubs y gastrobares, copiando las experiencias internacionales en Gran Bretaña.
El consumo de cerveza per cápita en Colombia, según las investigaciones de mercado, es de 46 litros, superior al de países como Perú y Costa Rica pero muy inferior al de México y Brasil. La pandemia ha impedido la venta y consumo de manera presencial en bares, lo que redujo en casi 50% el consumo total en el segundo trimestre de 2020.