"Lo esencial es no perder la orientación" –Gabriel García Márquez, Cien años de soledad.
Después de los cuatro meses de soledad de la interinidad, el alcalde electo de Santa Marta tiene una segunda oportunidad, en su gobierno, para sudar la camiseta para retomar el rumbo que llevaba la ciudad. Sin embargo, ahora no se entiende ¿cuál es el interés? o ¿dónde queda la dignidad, ética y profesionalismo de los secretarios y directivos que nombró el alcalde encartado en Santa Marta, bajo la idea de la confianza? Es más, la sociedad samaria en su conjunto debería unirse para exigirles la renuncia a sus cargos, bajo un criterio de equilibrio, seriedad, coherencia y objetividad. Quizás, no lo hacen estas fichas del establecimiento, porque ¿será que tienen una carta marcada... ¿O será que piensan que esto está bien o es democrático?
Recapitulemos, en Santa Marta el presidente nombró a su secretario de Transparencia como alcalde encargado luego de que, con argucias jurídicas, habrían de suspender al alcalde electo. En ese interregno, el presidente se pasó por la faja —y también a la democracia— la obligación legal de designar alcalde encargado, de terna que envió el movimiento político que eligió al alcalde en propiedad, para que cumpliera el mandato popular de las mayorías samarias.
En ese momento, Rugeles, como un virrey, llega a Santa Marta, afirmando su temporalidad, sin embargo, no pasó mucho tiempo para que dejara a un lado el plan de desarrollo en ejecución —lo que en sí ya iba en contra del voto programático y la autonomía de las entidades territoriales—, además, sin contenido ni fondo ni argumentos, señalaría, repito, la idea de la falta de confianza en un supuesto equipo de gobierno corrupto e ineficiente, en fin, para que, con otras falacias neoliberales, removiera a todo el gabinete, trayendo gente de los sectores de oposición al gobierno actual, inclusive de otros lugares del país, que nunca habían pisado la administración pública samaria.
Posterior a esto, deviene el fallo que le quita cualquier restricción al alcalde electo para regresar a su cargo. Con la sorpresa de que la táctica de quienes no han podido ganar en las urnas, hasta han perdido total credibilidad, era contar con las mordazas de la Ley de Garantías Electorales, que impiden, entre otros asuntos, declarar insubsistentes a, en este caso concreto, funcionarios contrarios. Lo que les abrió las puertas a estos mismos para aferrarse a sus puestos, para hacer bulto, para congelar, con todo tipo de trabas y trapisondas, la inversión social o los demás aspectos de la gestión gubernamental. Lo que efectivamente ha pasado; ojalá lo dirima la hermenéutica jurídica, con orientaciones de la función pública.
En este escenario adverso de alcalde electo sin equipo de gobierno y equipo de gobierno contradictor al alcalde, a Rafael Martínez, de golpe para asumir el control o quizás para develar la inconsecuencia de esta camarilla de personajes, le correspondiera inaugurar, en Santa Marta, una especie de gobierno on line, con pasadas al tablero de sus funcionarios y sesiones de Consejo de Gobierno, en vivo y en directo por redes sociales. Toda una caja de pandora.
Durante este experimento, además, al parecer el presidente, después de que salió por la puerta de atrás de la alcaldía el alcalde encartado, envía a Rugeles al servicio diplomático, quizás para premiar el movimiento de fichas de su alfil o para evitar el escándalo de la eventual poca transparencia de su Secretario de Transparencia, mientras, en simultánea, los directivos y secretarios distritales en Santa Marta, se atornillan a sus cargos, entre los que están, remember, la segunda al mando del inquisidor Ordóñez, en su aciaga época en la Procuraduría General de la Nación. Tenga esa es nuestra democracia.
La idea en este momento político, que primero viene a la cabeza es que dejen gobernar hasta al final al alcalde electo. De todos modos, lo más seguro es que, como en el teflón y en solidaridad frente a la rastrera persecución del establecimiento, a la ciudadanía les resbale cualquier otra artimaña para tumbarlo. O también que las mayorías samarias, se unan en convergencia, para volverse a pronunciar de manera masiva, por la continuidad de un gobierno alternativo en Santa Marta, que consolide este proyecto político que a pesar de los ataques, para bien o para mal, con sus matices, busca la transformación social en la ciudad.
La gente del común pensaría que cuando se habla de este tema se defiende a unas persona o a un grupo político o a un gobierno con el sol bajo las espaldas, sin llegar a comprender, o abrir los ojos, con que se pueden cambiar las circunstancias, los líderes, los colores o enfoques de quienes gobiernan, poniendo a otro sector político o individuo, y si así fuera, a todas luces sería un atentado contra la legitimidad y la institucionalidad democrática. Así de sencillo, ¿o se los explico con plastilina?