El mejor regalo que le puede dar la nación a Santa Marta en su quinto centenario es la implementación de una red estratégica de transporte multimodal que conecte a Santa Marta al Gran Caribe. Hace poco se revivió el debate sobre la deuda aplazada de la ampliación de la pista del aeropuerto, con la proposición presentada en el Congreso de la República, en la discusión sobre el Presupuesto General de la Nación, solicitando la asignación presupuestal de 400 mil millones de pesos para que la pista del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar llegue a 2300 metros de longitud, con la capacidad y debida gestión ambiental para el arribo de aviones de cabina ensanchada en vuelos intercontinentales, y de continuar con la gestión de más rutas domésticas con la ciudad y de frecuencias internacionales, desde las islas del Caribe y de países vecinos.
El recientemente modernizado aeropuerto, con una inversión de más de 100 mil millones, es un gran avance, pero ya se quedó corto. Pese a la necesidad de ampliación de la pista, con la nueva obra, en vez de aumentar se redujo su longitud. La actual pista con 1700 metros no cuenta con los estándares internacionales, lo que demanda concretar un proyecto estratégico de la nación para adecuar el aeropuerto a las actuales necesidades, que deben ser priorizadas en el nuevo plan de desarrollo, en el presupuesto nacional y en los planes de las siguientes administraciones distritales y departamentales.
Los actores claves han afirmado que existen dos posibilidades de ampliación de la pista. La primera hacia el océano en el sur, y un porcentaje hacia el norte, en el continente, para una pista de 600 metros más, con un costo de alrededor de 150 millones de dólares, que podría movilizar a más de 3 millones de pasajeros al año, para consolidar a Santa Marta como un destino de turismo, y un dispositivo logístico, de talla internacional. La segunda sería construir una nueva, que de vieja data, expertos han manifestado que podría ubicarse en La Y de Ciénaga y a la que se podrían transferirse operaciones de carga.
Más allá de trasladar la pista, el compromiso debe consolidarse como un proyecto estratégico de la nación, que contenga un plan maestro con el que se reordene el territorio alrededor de su zona de influencia. La alcaldía de Santa Marta, en la adición y revisión del Plan de Ordenamiento Territorial, seguro incluirá este plan para la expansión de la logística aeroportuaria, que enlace por línea férrea, marítima, fluvial y de carreteras los centros económicos mundiales con la ciudad. Sería prudente también, correr, y diversificar la línea férrea, concesionada para el transporte de carbón —como tren metropolitano—, así como las calzadas de la Troncal del Caribe hacia los cerros para establecer las vías complementarias o una pista alterna para el parqueo de aeronaves y otros servicios.
Posibilidades hay de contar con los recursos, como con los equivalentes a la recuperación de los terrenos de Pozos Colorados, la eventual entrega por compensaciones ambientales del lote en Prodeco, del traslado de Ecopetrol, del Batallón Córdoba y de la Cárcel Distrital. La nación podría permutar estos bienes públicos, además de apropiar otros recursos de regalías, de valorizaciones y demás para contar con una bolsa común para adquirir los predios aledaños a la actual pista y en la Y de Ciénaga.
Para desarrollar el megaproyecto de ciudad aeroportuaria es clave culminar los respectivos estudios técnicos, adquirir las licencias y concretar la contratación pública pertinente, e incluirle, también, la implementación del ferrocarril urbano hacia el centro histórico, del sistema integrado de transporte público y del muelle de pasajeros marítimo, y las prohibiciones de crecimiento residencial, educativo, de salud y de trabajo en su entorno, para anclar esta conectividad dinámica, como motor del desarrollo humano sostenible de la región Caribe.
Santa Marta necesita de este posible Centro Principal de Logística de Transporte Multimodal Internacional. El debate está vivo. El Plan Maestro Quinto Centenario lo contempla, las diversas fuerzas políticas, la opinión pública y los demás actores claves están de acuerdo. Propuestas como estas no tienen color político. Ojalá pronto se vean los resultados esperados. Santa Marta se lo merece.