Santa Marta es una ciudad a orillas del mar caribe colombiano, un pequeño terruño de más de 600.000 habitantes, un territorio de vocación turística por naturaleza, que recibe en las épocas vacacionales a decenas de miles de visitantes nacionales y extranjeros. Por sus hermosas locaciones transitan miles de personas todos los días. Para satisfacer la demanda de transporte, la ciudad cuenta con un enorme parque automotor, son más de 64.000 vehículos inscritos y otro tanto similar, con placas de otras ciudades, que transitan día a día en la ciudad. Un número significativo de vehículos que pagan impuestos para que las vías estén en óptimas condiciones. Son miles de millones de pesos con los que cuenta el distrito para construir nuevas vías y mantener en perfecto estado las existentes, algo que todos sabemos, no están haciendo.
Hace más de dos años fui partícipe de una campaña que quiso poner en la agenda pública esta problemática. Junto con un grupo de voluntarios recorrimos las principales calles de la ciudad con varias docenas de galones de pintura. Señalizamos los huecos que íbamos encontrando en aquel recorrido. Iniciamos por algunas calles del mercado público, pues los dueños de las ferreterías de ese sector fueron los que donaron la pintura y los instrumentos para dar inicio a la campaña. Tan solo en la primera calle, nos dimos cuenta de que la pintura no alcanzaría. ¡Qué barbaridad!
Pensábamos desde un comienzo que sería algo expedito, pero nos dimos cuenta rápidamente que la situación de la malla vial era peor de lo que imaginábamos. Lo que sería una sola jornada de 4 horas, terminaron siendo dos jornadas de 6 horas, y nos quedamos cortos. En aquel entonces, pintamos parte de la Av. del Libertador, la Av. del Río, la calle 4ta en el sector del Batallón Córdoba bajando el Ziruma, la calle al frente del Centro Comercial Buenavista, algunas calles de la Av. Campo Serrano, entre otras. Galones y galones de pinturas que se terminaron desvaneciendo en la medida que los huecos crecían en tamaño.
La respuesta de la administración no se dio a esperar, anunciaron con bombos y platillos que arreglarían la malla vial de la ciudad comenzando con la Av. del Río entre carrera 5ta y la Av del Ferrocarril. Sentimos con tal anuncio que habíamos hecho algo enorme por la ciudad, pero que va, terminamos celebrando la mediocridad. Tal anuncio solo significó el arreglo de unas cuantas losas, que tienen más de dos décadas de existencia.
Para contextualizar, existen dos tipos de pavimentos para vías: rígida, que es una base de concreto hidráulico reforzado con acero, y flexible, que es un pavimento elaborado por una capa asfáltica aplicada sobre una capa de base y una capa de sub-base. Para las áreas urbanas y con mayor tránsito vehicular se ha apostado por los pavimentos rígidos, por eso vemos en casi todas las vías de la ciudad esas las losas de concreto. Estas tienen una vida útil de aproximadamente unos 20 a 30 años y les puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que casi el 80% de esas losas cumplieron su vida útil. Las pobres no volvieron a oler entre sus cimientos(las que aún se mantienen) una bolsa de cemento para su mantenimiento.
Hoy nos remplazó el Sistema Estratégico de Transporte Público (SETP) pintando los huecos. Es una labor ardua, lo que han hecho demarcando los nuevos paraderos y pintando en tierra es algo de admirar. Puro talento de exportación.
La administración distrital vuelve a anunciar el arreglo de un pequeño tramo que no equivale ni al 1% de las vías que requieren mantenimiento o su reconstrucción total. Otra vez, con bombos y platillos nos colocan una curita ante la necesidad de una operación de alta complejidad que requieren nuestras vías. Parece que las autoridades no se dan cuenta de que en Santa Marta transitamos por caminos de herradura; y es que antes uno veía la necesidad de aprenderse donde estaban los huecos, ahora nos debemos aprender los tramos buenos. Al paso que vamos nos tocará cambiar el carro por un caballo, creo que para este tipo de terrenos es más útil. Aunque son capaces y le imponen una sobretasa al pasto, así de perversos son.
Posdata. Como decía un desconocido al que en alguna oportunidad escuché: “Para cobrar los impuestos e imponer sanciones a los automotores andan como halcones, pero para ver los huecos en las vías son como los topos”. Con el perdón de los topos.