Javier estaba parado sobre la lancha revisando sus trampas de langosta cuando advirtió sobre el horizonte del mar un pequeño cayuco de madera. Las olas y el viento determinaban su destino y desde sus cavidades se veía un resplandor blanco con ligeros destellos de color.
Presa de la curiosidad Javier giró el motor de la lancha en dirección a la canoa. En su interior halló telas blancas, anzuelos, flores, y muchas, pero muchas frutas. Sintió algo de extrañeza al punto que dejó todo en su lugar y abandonó la embarcación a su suerte. Luego se enteraría de que se trataba de una especie de despedida simbólica por la muerte de Don Nel Cardenas, las frutas asistirían su largo viaje a la eternidad y las flores adornarían su paso. Era un pescador ampliamente reconocido en las Islas de San Bernardo donde hasta los niños son pescadores.
Nel era uno de los más de mil doscientos isleños que hoy viven en la isla Santa Cruz del Islote frente al Golfo de Morrosquillo en el Departamento de Sucre. El Islote tiene un poco menos de una Hectárea de grande, lo que quiere decir que cada persona cuenta con menos de diez metros cuadrados para satisfacer todas sus necesidades. Hoy existen 97 casas en el lugar y por falta de espacio los baños se hicieron para el uso colectivo pese a que en algunos casos se precisa pagar un par de monedas por el servicio. El puesto de salud es simbólico, acaso porque según sus habitantes allá nadie se enferma.
Cada día se reza con devoción a la virgen del Carmen quién según los pescadores, hace llover accionando el funcionamiento de artesanales sistemas de recolección de aguas. El fluido eléctrico en la isla proviene de una planta donada en el Gobierno de Andrés Pastrana y es alimentada con ACPM el cual se trae en lancha desde San Onofre; cuando hay plata, claro está.
En Santa Cruz del Islote casi todos son familia y su poblamiento data de hace más de cien años a pesar de que nunca ha vivido tanta gente como hoy. Insinúa Javier con sonrisa maliciosa que una dieta rica en peces y frutos del mar es la responsable de la longevidad de sus habitantes como del innumerable enjambre de niños que revolotean por toda la isla. Algunos de los pobladores narran que el hacinamiento en la isla se debe a que han sido desplazados por gente rica, turistas, narcos y por su puesto la violencia.