El saneamiento básico de agua es un tema que nos compete a todos hace referencia a brindar las condiciones que aseguren la salud del entorno y de las personas. En consecuencia, el saneamiento básico es atinente al garantizar dichas condiciones de salud, en tres frentes específicos: agua potable, agua residual y residuos sólidos.
En Colombia, tenemos el equivocado atavismo de separar el agua potable de los desechos y de mencionar en leyes, simposios, congresos y diversos escenarios la frase “agua potable y saneamiento básico”. Esto es una redundancia a todas luces.
Es por esto que el ingeniero William Antonio Lozano-Rivas, docente del programa Administración Ambiental de La Universidad Piloto de Colombia, nos ayuda a entender más a fondo la situación actual en la que se encuentra la capital frente al tema.
¿Cómo está actualmente Bogotá en términos de saneamiento Básico de agua?
Bogotá tiene dos situaciones contrastantes. Por un lado, tenemos unas magníficas reservas de agua destinada a consumo humano en el páramo de Chingaza de donde se toma el líquido y se purifica para ofrecer una de las mejores aguas potables del mundo; pero, de otro lado, la ciudad tiene una deuda de hace varios años atrás que tiene que ver con la depuración de las aguas que desechan sus habitantes, tanto en viviendas como en industrias e instituciones. Desde el año pasado se vienen adelantando estas obras y, aunque algunos analistas sospechan que el impacto sobre la recuperación del río Bogotá no será la deseada, en todo caso, son esfuerzos que deben irse materializando hasta que podamos ser también ejemplo mundial en la depuración de nuestras aguas residuales.
¿Cómo afecta esto a los ciudadanos?
En relación con el agua potable, aunque tenemos altos estándares de calidad, la preocupación es la misma en todo el mundo: los contaminantes emergentes. Existen sustancias como los fármacos, moléculas con capacidad de actuar en contra de nuestro sistema endocrino y reproductor, alterando nuestro metabolismo y generando una gran cantidad de enfermedades que pueden ir desde fallas en hígado, cerebro, riñones, entre otros, hasta cáncer e, incluso, problemas de fertilidad. Estas sustancias no son fáciles de eliminar y pasan desapercibidas en los sistemas de tratamiento de agua potable y de agua residual. Por ejemplo, cada fármaco que consumes es desechado en buena medida por la orina y por las heces, de manera que las incorporamos al ciclo del agua a través de las aguas residuales. A esto debes sumarle trazas de químicos presentes en productos de belleza, bloqueadores solares, alucinógenos y un largo etcétera que estamos agregando directa o indirectamente al este preciado recurso y que retornan a nosotros a través del agua potable.
Actualmente, ¿cuáles son los retos en temas de saneamiento Básico de agua en Bogotá?
Debe ampliarse el tratamiento de las aguas residuales, de manera que se tenga una cobertura del 100%, con tratamientos eficientes no sólo para evitar el pago de la tasa retributiva sino para recuperar el río y devolverle los atributos ecosistémicos y servicios ambientales que le hemos ido arrebatando con nuestras descargas de aguas servidas a lo largo de cientos de años.
¿Qué se puede hacer desde lo público y desde lo privado para el saneamiento básico de aguas en Bogotá?
Considero que debemos despojarnos de la idea de que el agua es un simple recurso que podemos explotar y con el que podemos comerciar a nuestro antojo. El saneamiento básico no es tampoco un asunto enfocado a brindarnos agua potable y a evacuar los desechos para que no nos enfermen.
Las normas y las políticas ambientales, incluso los contenidos de los programas universitarios plantean como objetivo gestionar el entorno para satisfacer nuestras necesidades actuales y las de las generaciones futuras, poniéndonos en el centro de las dinámicas planetarias. Lo que debemos hacer desde lo público y lo privado, es darle un vuelco total a ese concepto y entender que el objetivo debe orientarse a recuperar y mantener la salud de los ecosistemas y la consecuencia obvia será que podamos servirnos del ambiente para subsanar dichas necesidades.
Somos una especie advenediza, así que satisfacer nuestras demandas de agua en cantidad y calidad suficiente, debe ser la consecuencia de una buena gestión de los ecosistemas hídricos y no el solitario propósito de nuestros planes y programas de gobierno. No somos el centro del universo como lo planteaba Ptolomeo hace dos mil años.
¿Cómo podemos darle un mejor uso al agua desde las casas colombianas?
Bogotá es un buen ejemplo de un manejo eficiente del agua. Hemos aprendido a usar mejor el preciado líquido a fuerza de los racionamientos de la década de los 90 y de las elevadas tarifas que tenemos. Aunque parezca contradictorio, en muchos países se ha demostrado que quienes pagan menos por el agua, la despilfarran más, se preocupan menos de su buen uso. El órgano más sensible del ser humano es el bolsillo y en los aspectos ambientales, hay muchos ejemplos de ello.