Algunos posan como líderes de la humanidad con convicciones mesiánicas o intereses personales. Sus acciones afectan a las mayorías llamadas gente de a pie, del común o ciudadanos que quedan emparedados como “tontos” útiles. Dichos líderes hacen el sanduche a los tontos que en ellos creen y que inermes ven polarizadas sus vidas con las de otras miles insertas en violencias intestinas o enfrentamientos bélicos entre sus naciones.
Así ocurrió con las más de cincuenta millones de víctimas, entre -1914 y 1945- de la guerra mundial, unificada ésta por el reconocimiento de ser la segunda un tufillo dejado por la primera como inconformidad a los alemanes en el impuesto tratado de Versalles y el ascenso al poder del Fuhrer y su vesania.
Así, ha ocurrido en Colombia con centenares de miles de víctimas y desplazados en la violencia, unificada desde la emancipación y el novecientos-guerra de los mil días-, hasta nuestros tiempos. Ha ascendido al poder un vergonzoso abanico dirigente polarizador de sus prosélitos, errado en sus políticas y de pasajes oscuros; además de otro, compuesto por subgrupos de réproba procedencia armada; pero, de cada uno y su manera, ha sido igual el resultado: El sanduche a los tontos.
A la fecha, el país aún tiene líderes con convicciones mesiánicas y uso del poder para fines personales. Un ejemplo yace en el desprestigiado congreso, donde legisla Iván, a quien las fuerzas de derecha le mataron a su padre: Manuel, y Álvaro, a quien la guerrilla izquierdista asesinó al suyo: Alberto. Los dos, imantan desde sus dolores a quienes les siguen y excluyen desde sus odios a sus opositores; empero, tan solo logran eso que en la historia se repite y que a la humanidad no se le ha negado: El sanduche a los tontos.
@mariosalinas61