Siempre he tenido un profundo respeto y admiración hacia al arte como medio sanador en las personas, lo vi florecer en las madres víctimas de falsos positivos de Soacha con “Costurero de la Memoria”; Las Tejedoras de Mampuján y sus tejidos relatando lo ocurrido en los Montes de María; Obras de teatro como La Caída de las águilas del grupo Teatro Estudio Alcaraván con un viaje hacia la memoria, entre otros.
Por medio de cada expresión artística, hacen resistencia y buscan visibilizar de manera diferente historias y sufrimientos de un país terriblemente fracturado y desangrado por la violencia que nuevamente nos azota. Aun así, la indiferencia y selectiva memoria suelen ser una de las más grandes problemáticas que apagan estas voces que buscan reparación y verdad.
Hoy sería prudente hacer un llamado a cada colombiano para que deje atrás la indolencia y la apatía para convertirla en sentido de pertenencia, que sabemos, no devolverá las miles de vidas arrebatadas y desplazadas de manera violenta e injusta, pero sí, le hará usted saber que no se encuentran solos y podremos buscar una pronta y anhelada diferencia.