Salimos de Puerto Nariño en un bote “peque peque” y tomamos el río Amacayacu bordeando el Parque Nacional que lleva el nombre del río. Abandonamos el enorme caudal del Amazonas para entrar en unas aguas silenciosas, de un silencio que hace más presente la vida, en las que nos encontramos con algunos pescadores.
Llegamos a San Martín de Amacayacu, poblado ticuna de pescadores, agricultores y cazadores en el que todavía hablan en su lengua, exclusivamente, entre ellos. El poblado es casi imperceptible desde la ribera.
Bajamos y lo primero que encontramos es un grupo de hombres trabajando en la construcción de un gran bote. Tenemos programado un encuentro con José Gregorio Vásquez, líder de la comunidad y de la guardia ambiental indígena.
Nos cuentan que está pescando, que más tarde lo veremos. Mientras tanto podemos presenciar, con algo de pudor, un bello ritual que la comunidad repite cada tarde a la orilla del río. Bajan niños, abuelos, jóvenes y adultos a bañarse. Es un momento de socialización y cariño. Terminan cada día queriéndose a la orilla del río.