Al llegar a San Juan de Urabá, se ven unos carteles que cuelgan de los postes de luz con imágenes de personas tomando agua en un vaso de vidrio que tiene el logo de la Gobernación de Antioquia. Y si se mira el piso, las tapas de los contadores uniformados tienen el logo “Antioquia, la más educada”. La justificación: por fin, luego de 27 años, San Juan tiene agua potable. El acueducto fue inaugurado el 27 de marzo por la Gobernación de Antioquia.
Según un videoclip publicado por la Gobernación de Antioquia, “Los habitantes de San Juan ya no tienen que recolectar, almacenar, ni purificar agua para el consumo humano”, y todo gracias al nuevo sistema de acueducto. Anteriormente el agua era tomada del río, almacenada en pozos, o comprada a los aguateros.
El agua utilizada para el consumo humano era de lluvia, porque las demás eran “aguas gordas”. Las aguas gordas son aguas saladas o espesas, que según los habitantes de San Juan no son tan puras como el agua de lluvia.
Hoy en día, según la Gobernación, el 70% de la población de San Juan tiene agua, lo que equivale a 22.000 personas beneficiadas con el servicio. Además, el acueducto también lleva agua a las veredas Montecristo, San Juancito y Callelarga. Todo ello con una inversión de 9.300 millones de pesos. Así lo registra un video de la Gobernación de Antioquia subido a Youtube.com.
¿Cómo están las cosas desde entonces?
“Con un acueducto todo lo vemos más fácil, pero ayer por ejemplo no vino el agua, hoy tampoco, porque el agua no está viniendo” nos dice Edith, una habitante de San Juan, mientras lava su ropa en la acera de su casa con una lavadora manual y tres baldes de agua que reutiliza en cada tanda de ropa que lava. “Esa agua la hecho otra vez ahí, y ya la voto cuando esté muy sucia, así no desperdicio agua” agrega, explicándonos el proceso de lavado que tiene que realizar debido a que el sistema de acueducto no llega constantemente. Y, antes del acueducto realizaba el mismo proceso, con la diferencia de que compraba los galones de agua por quinientos pesos, o los iba a buscar al pozo del Gobierno. Al que le apodaron así porque no era de nadie y todo mundo iba a buscar agua cuando quería, hoy en día este pozo está seco.
Marleni, otra habitante de San Juan, dice que tiene en su casa una alberca hecha de cemento en la cual recoge agua de lluvia. Esta es una práctica muy común en el pueblo, empleada por las amas de casa para almacenar y tener agua en los días de verano sin necesidad de comprar galones a los aguateros. “Aunque eso ahora casi no se usa, porque el agua viene muy puntual cada tres días, entonces uno ya sabe y recoge” dice Marleni. Y le interrumpe Enith: “será aquí en este barrio, porque en los que quedan más retirados no llega ni una
gota”.
Nos explicó que en los barrios que están retirados del centro como en Villa Bichingo el agua no llega, y agregó que esto se debe a que “cuando el agua llega, todo el mundo abre la llave para recoger, entonces no hay suficiente presión y los que viven lejos se quedan sin agua”.
Los pobladores de San Juan no utilizan el agua de acueducto para tomar, porque “no les da confianza a pesar de que el agua es dulce”, así lo expresó Esteban, otro habitante del pueblo. Prefieren utilizar el agua de la alberca para tomar. “Esa agua se cocina y es la que utilizamos para tomar” nos dice Esteban sentado en una mecedora y apoyado en su soporte de cuatro patas que le permite caminar, pese a su pie amputado. “Es que esa agua tiene mucho cloro, entonces no es buena, es un agua gorda” agrega, y afirma que la única manera de tomar el agua de la llave, sería poniéndole un filtro, pero que prefiere el agua de lluvia. “El agua viene cada tres días, el acueducto no funciona un 100% aún, solo dijeron eso para cortar la cinta de inauguración” dice Esteban mientras se mece y suelta una carcajada.
Aledis, vecina de Marleni y Esteban, recuerda que años atrás las amas de casa iban a lavar la ropa al Pozo del Gobierno, nos cuenta que allí se reunía mucha gente y hacían almuerzos para pasar el día lavando, “haciendo recocha” y conversando, dice que “era algo muy bueno, pero ya no se lava allá. Eso era como un paseo”.
Prácticas de recolección del agua
Las prácticas más comunes y vigentes en la actualidad, son el almacenamiento de agua de lluvia y la compra de galones a los aguateros, que son hombres que transportan agua en galones con una carretilla de madera, la extraen del rio San Juan o de las quebradas cercanas. Aledis y Marlenis comparten el patio trasero de su casa, allí tienen tres albercas donde almacenan el agua. Una de ellas tiene por lo menos cinco metros de profundidad, y las demás, dos metros de
ancho y de largo. Una de éstas se encuentra arriba de la más grande, y al rebozar pasa el agua a la de los cinco metros.
El techo de el patio tiene canaletas que recogen el agua y la conducen hasta las albercas, incluso, implementan unas tejas torcidas que conducen el agua hasta la boca del alberca. Luego, la sacan con una totuma, que es un recipiente de uso domestico hecho con la calabaza disecada del totumo. En el mismo patio, y al lado de las albercas, Aledis y Marlenis tienen un fogón de aserrín que utilizan para hervir el agua que consumen. Es un fogón hecho con dos bloques de cemento y una parrilla de metal, sobre ésta se pone una olla grande. Debajo, y entre los bloques de cemento, colocan un balde de metal lleno de aserrín y con un agujero hecho artesanalmente en la parte de abajo, por medio de éste que le prenden fuego al aserrín. Aledis afirma que antes lo hacía con leña, pero que el aserrín “es mucho más barato y no llena la casa de humo negro”.
Juana, otra ama de casa, dice que ella no cocina el agua, que prefiere comprar las pacas de agua en la tienda. “Porque tengo un niño pequeño y no quiero darle de esa agua” nos cuenta. Una paca de agua cuesta mil seiscientos pesos, y Juana se gasta diez bolsas en el día, o sea dos pacas. Así que Juana estaría gastando alrededor de noventa y seis mil pesos al mes simplemente en agua de consumo diario; eso, sumado a la cuota del mercado mensual “es una cifra significativa” según Juana.
“Mi esposo se tomó un vaso de agua de la llave el primer día que llegó el agua, y no le hizo daño, pero a mí esa agua no me pasa, no se si será por la psicosis, pero no me pasa” dice Juana mientras lava la ropa a mano sobre un lavadero de cemento. “Así que tampoco quiero dársela a mi hijo, por eso prefiero comprarla” nos cuenta mientras termina de restregar la ropa entre sus manos.
Al indagar por el consumo del agua de la llave, todas las amas de casa entrevistadas coinciden en que el agua de acueducto no es para consumo humano. Aunque se puede utilizar para lavar y cocinar, “es un agua gorda porque tiene mucho cloro”. Por lo tanto, el agua apta para consumir es el agua de lluvia o el agua de bolsa que se compra en las tiendas. Además, la red de tubería implementada actualmente, es una que se instaló muchos años atrás, probablemente en 1991 que fue cuando se construyó el primer acueducto en San Juan. Y por esta razón, “el primer día de funcionamiento del acueducto, el agua llegó muy sucia y no era tan limpia, la tubería estaba desgastada y algunos tubos se rompieron” entonces se podría decir que “hay acueducto pero al mismo tiempo no hay” Según lo dicho por Esteban.
A los habitantes de San Juan solo les resta esperar, esperar una factura de agua por cobrar, y esperar que con ella llegue un mejor servicio de agua potable. Al que puedan tener acceso todos los días como lo prometió la gobernación.