Le había dicho a varios amigos y amigas que saliéramos de descanso el fin de semana. Unos no podían por sus ocupaciones laborales, otros tenían compromisos académicos, algunos asumían quehaceres familiares, otros no tenían dinero, los que sí tenían dinero no tenían cupo “Life miles”, y así, uno a uno fueron expresando las razones por las cuales ir ese fin de semana a una playa en el Caribe Colombiano no era posible. sin embargo, una amiga me dijo: este fin de semana imposible, pero ¡el próximo de una!
Si hay algo que me encanta del Caribe es el mar; su sonido, su color, ese olor, el “sabor”, las playas de arena suave, amarilla, calientitas y limpias son una belleza refinada. Así fue como se concretó el viaje a San Andrés. Mi idea era descansar un par de días para regresar a Bogotá con buena energía a buscar empleo, recién habían pasado las vacaciones decembrinas, me encontraba desempleado y el estado anímico suplicaba a gritos: “playa, brisa y mar”.
Como somos amigos, con la idea de ahorrar dinero rentamos una sola habitación (con tan mala suerte que solo tenían disponible con una sola cama). La primera noche era en un hostal cerca al aeropuerto, las otras dos noches en una zona de playa que yo no conocía y quería explorar (justo al lado del restaurante Donde Francesca). Llegamos a San Andrés en la noche, y más nos demoramos en llegar al hotel que salir a dar una vuelta. Yo estaba agotado, pero mi amiga quería tomar un par de cervezas. Ella es físicamente muy atractiva e intelectualmente está sobrada, es una abogada brillante, con posgrado y un empleo estable, gran sentido del humor, soltera, y tiene una filosofía interesante: un orgasmo al día, es la llave de la alegría.
Tanto en las discotecas como en las playas es común ver a los “isleños” a la caza de una mujer —como tiburón a su presa—; pero mi amiga no era bocado para ellos, a ella le encanta el sexo, pero no pagar por ello. En la discoteca Coco Loco, mientras yo fumaba en la terraza, a ella le cayó un “man”; argentino, lindo el tipo, barbudo, más joven que ella, medio hipster. Luego de varias copas, ella ya decidida, esperaba una invitación al hotel donde él estaba hospedado; pero en vez de eso recibió una gran revolcada en la playa, dijo que le dieron como a “cajón que no cierra”, una experiencia diferente contó. Que hubiera llegado a despertarme a las seis de la mañana después de dos polvos en la playa no era problema; pero que ingresara a la habitación con más arena que el desierto del Sahara, con una sola cama y sin agua en la ducha enfurece a cualquiera.
Desde el año 2005 y por un término de 15 años, la empresa Proactiva Aguas del Archipiélago S.A. E.S.P., a través de un Contrato, opera el servicio de acueducto y alcantarillado sanitario de la isla. El objetivo del contrato era sencillo: “Mantener, rehabilitar y reponer la infraestructura existente. Diseñar y construir las obras requeridas para la operación destinada a la prestación de los servicios de acueducto y alcantarillado, en la Isla de San Andrés, cumpliendo con los indicadores de Cobertura, Calidad y Continuidad”. Entre otros, el desarrollo del proyecto consistía en: adecuación e implementación de un laboratorio de calidad del agua; recuperación y optimización de 13 pozos profundos; construcción de una planta desalinizadora con una producción de 50 L/seg; construcción de estación de bombeo de aguas residuales con 3 bombas sumergibles y un volumen efectivo del tanque de 33 m3 ; y ampliación de 7.724 metros de tubería para el sistema de alcantarillado en la zona norte de la isla.
En abril de 2016, San Andrés, vivía una de sus peores sequías y por tanto escasez de agua potable, de hecho la Gobernación de San Andrés declaró “calamidad pública” por la falta del fluido. Dentro de las miles de preguntas que se me ocurren: ¿qué hace San Andrés con los más de 50.000 millones que le ingresan en sus arcas al año por pago de la tarjeta de turismo obligatoria OCCRE?, ¿es acaso San Andrés una isla modelo en sistema educativo, que beneficia a las comunidades raizales con infraestructura deportiva, o un ejemplo a seguir en sistema de transporte público? De transporte ni hablar, esperar que pase el bus en San Andrés es más demorado que tren a pedales.
La misma semana de la calamidad pública en San Andrés, en Ecuador se presentaba un terremoto en la zona costera. Allí el gobierno de Colombia envió más de 60.000 galones de agua para mostrar su solidaridad internacional. Ya uno no sabe que pensar del gobierno, ayuda a los de afuera pero los de adentro sufren desconsoladamente.
En el periódico El Tiempo, el 26 de abril de 2016, el ministro de Vivienda Luis Felipe Henao manifestó …“que para noviembre se contaría con una planta desalinizadora para atender la crisis con un suministro de 10 L/seg, además expreso que desde un año antes el Gobierno Nacional adquirió un crédito con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por 70 millones de dólares de donde sale la inversión para el acueducto de San Andrés…”. Aquí ya surgen más dudas: ¿Quién construirá el acueducto y las plantas desalinizadoras?¿70 millones de dólares? Que carnaval.
Lo que al Ministro se le olvidó contar es que en el año 2014, el Ministerio de Vivienda abrió un proceso de Concurso de Méritos, el N° 5, por un valor de $530.000.000, donde el detalle era: Consultoría especializada para establecer la viabilidad, las condiciones, los términos de las modificaciones y/o los ajustes al contrato de operación suscrito entre Aguas de San Andrés S.A. E.S.P. y Proactiva Aguas del Archipiélago S.A. E.S.P. cuyo objeto es: La operación de la infraestructura destinada a la prestación de servicios de acueducto y alcantarillado en la Isla de San Andrés. El proceso fue declarado desierto.
Así las cosas, el negocio de operación donde ha fallado la empresa Proactiva se puede convertir en un gran negocio de 70 millones de dólares, sin que a la fecha se solucionen los problemas reales de la comunidad; ciudadanos que pasan sin agua potable más de 15 días esperando que pase el carro tanque. Mientras algunos viajeros se dedican al turismo sexual, como mi amiga, la alegría de los raizales no está en el orgasmo, sino en la esperanza de ver fluir el agua por la llave todos los días.
