Después de los hechos ocurridos durante el 19 de junio pasado (en el denominado Covid-Friday), que permitieron mostrar a una comunidad abalanzada sobre una denominada rebaja en el no cobro del IVA, se permite establecer que nuestras acciones como seres humanos, a veces orientadas o manipuladas por algún sector, llevan a tomar malas decisiones.
Tenemos como resultado de la pandemia del COVID-19 dos consecuencias: la crisis sanitaria y la crisis económica. Cada una de ellas esperando soluciones desde el estado, ¿pero dónde están nuestras decisiones para salir de los problemas?
Principalmente la “cuarentena” dio un periodo de tiempo para que los mandatarios locales y regionales pusieran a punto la infraestructura de salud con el fin de atender la mayor demanda en el “pico” de la pandemia; además, permitió educar a la población de manera que, mediante medidas de bioseguridad, se pueda proteger y evitar la propagación de la epidemia.
Estos mandatarios que pudieron y quisieron ampliar la cobertura del servicio de salud, sobre todo en unidades de cuidado intensivos UCI, están preparados para afrontar la pandemia ahora que se acerca el punto más alto o pico de una curva de propagación de la epidemia; para ello el gobierno nacional participó con sendos decretos y de manera física con equipos y demás.
Por otro lado, toda la población fue dirigida mediante normas sanitarias a implementar medidas de bioseguridad, entre las que encontramos el uso de tapabocas, el lavado frecuente de manos con agua y jabón, el distanciamiento social, entre otras.
En forma general esto ha sido implementado, como decimos “ya lo que fue, fue…”.
En las zonas tropicales principalmente, por la condición sociológica, sus gentes no asimilan el distanciamiento social, son alegres, fraternales y muy solidarias, entonces se observan manifestaciones folclóricas que niegan esa nueva manera de socializar y no “acatan” las medidas de bioseguridad.
Hasta que no se encuentre la vacuna o un medio eficaz de tratamiento, debemos convivir con el COVID-19. Para ello es necesario acatar las medidas de bioseguridad. Por eso solo depende de nosotros y siendo responsables lograremos vencerlo, es así que “es si nosotros queremos”.
Para la otra crisis, la económica, nuestra nueva convivencia plantea una manera diferente de operar, pues el distanciamiento social obliga a las empresas a ser creativas para cumplir con las medidas de bioseguridad. Sin embargo, este cambio en la forma de operar, llamando a la tecnología y dejando de lado incluso la presencialidad, solo podrá ser asumido por los sectores que puedan acceder a él.
Aunque el Estado en todos sus niveles está implementando diferentes líneas de financiación, ello les representa unos gastos que afectan el flujo de caja que debilita la viabilidad de los negocios, además esa nueva manera de operar presiona la flexibilidad de las estructuras empresariales y es posible que no se pueda lograr. Así las cosas se salvarán “los que puedan”.
Al momento de escribir esta columna se presenta el mayor número de contagios y muertes en Colombia. Además, tanto la Gobernación del Valle del Cauca y la Alcaldía del Distrito de Cali emprenden una campaña de tratamiento mediante el uso de la Invermectina, siguiendo la recomendación del comité de expertos Copesa. Esto como una manera urgente y decisiva para enfrentar el COVID-19, pues la ocupación de UCI en Cali y el departamento es muy superior al 90%, entrando al punto de desbordamiento de la infraestructura de salud.
Cabe anotar que el suscrito ha experimentado el tratamiento con excelentes resultados y espera que sea de utilidad para las demás personas que lo vayan a probar. De esta manera es posible que tengamos un método eficiente de tratamiento que cambiaría de alguna manera los panoramas generados por la crisis del COVID-19.