Las playas de Don Diego, Gairaca y el Parque Tayrona, cerca a Santa Marta, conforman un exótico lugar que anualmente es visitado por unos cien mil turistas nacionales y extranjeros. Este privilegiado paisaje, colmado de mucha fauna y flora, con más de 140 especies de mamíferos, anfibios, reptiles y plantas, es uno de los sitios del Caribe colombiano escogidos por las tortugas marinas para poner sus huevos.
Hace 15 años un grupo de estudiantes de biología marina de la universidad Jorge Tadeo Lozano que adelantaba en el Tayrona un estudio sobre las tortugas pensó que era necesario hacer algo para ayudar a salvar esta especie en vía de extinción. Según la bióloga marina Nataly Morales, una de las estudiantes de aquel entonces, la sola llegada de los reptiles a la playa para desovar es un peligro ya que el hombre consumidor de su carne y sus huevos se ha convertido en su principal enemigo. Los estudiantes también notaron que además de los humanos los perros salvajes invasores del área y llevados hasta allí por campesinos y pescadores, las aves y otros animales de la zona devoran los huevos y las tortugas recién nacidas.
A la universidad le gustó la idea y la respaldó. De inmediato este grupo de estudiantes de la mano de la bióloga marina Aminta Jáuregui comenzó a trabajar en el proyecto denominado Conservación de Tortugas Marinas. Hasta el día de hoy han realizado once liberaciones y unas mil doscientas tortuguitas se han visto correr en la playa en busca del mar donde forjaran su destino. “Hemos tenido muy buenos resultados y logros significativos”, afirmó Jáuregui.
TORTUGAS EN INCUBADORAS
El programa comenzó con el avistamiento de las tortugas cuando llegan a poner sus huevos a las playas, y la cuida de los nidos durante la incubación. En ese proceso los peligros por las inundaciones o el acecho de los depredadores era permanente y según Aminta Jáuregui las probabilidades para que uno de estos reptiles llegara a edad adulta era de uno en mil. “Nos pasábamos sesenta días cuidando los nidos y luego del nacimiento, antes de entrar al mar, la mayoría de los neonatos eran depredados por aves y cangrejos. Todo ese esfuerzo se veía perdido”.
En vista de que el parque Tayrona es una zona de reserva y como tal no es bueno romper la cadena impidiendo el accionar de los depredadores naturales, además por ley está prohibido sacar los huevos para llevarlos a una incubadora, los directivos del programa tomaron una decisión acertada.
Siguieron con el cuido de los nidos de las tortugas que desovan dentro de la reserva natural pero acordaron que los huevos que pusieran en las playas de Don Diego y Gairaca, adyacentes al parque, si serían llevados a una incubadora en el Museo Mundo Marino entidad que junto a la Corporación Autónoma Regional del Magdalena, Petrobras y otras empresas oficiales y privadas se unieron al programa.
Las incubadoras son pequeñas neveras de icopor con arena de mar en donde son introducidos los huevos, los que durante dos meses son analizados y mantenidos en una temperatura adecuada para no romper el equilibrio natural. “El sexo de los reptiles está dado por la temperatura que se dé durante la incubación. Temperatura alta da hembra y más baja salen machos”, aseguró la bióloga Nataly Morales.
Al nacer las tortuguitas son llevadas a unos tanques de agua extraída del mar en donde son alimentadas con pequeñas cantidades de calcio que les proporciona vitamina para los cartílagos y evita que se muerdan entre sí. Allí permanecen entre ocho y diez meses antes de ser liberadas en la misma playa de donde fueron extraídos los huevos. Aminta Jáuregui dijo que las tortugas son liberadas cuando tienen unos 35 centímetros lo que les da un cincuenta por ciento más de probabilidades para llegar a una edad adulta, lo cual se da aproximadamente a los veinte años.
SEGUIMIENTO SATELITAL
Con el apoyo de entidades internacionales a varias de las tortugas liberadas les han puesto dispositivos satelitales para hacerles seguimiento durante los dos años que dura la batería del aparato electrónico conectado, a fin de conocer de sus rutas y poder ayudar en mejor forma en su conservación. En el 2010 se dio el caso de Colombianita, una tortuga de 8 meses liberada en el Tayrona, la cual fue rastreada hasta Yucatán en México. Otra tortuga liberada que mandó buena información satelital fue Cumbiarey que se quedó en la zona de Panamá. Pero también se dio el caso de que uno de los aparatos electrónicos terminó junto con la naciente tortuga en una red de pescadores artesanales de Gairaca. Las biólogas contaron que fue necesario recurrir a la policía para que devolvieran el equipo ya que la tortuguita murió asfixiada en las redes.
Las investigaciones de los especialistas de la Tadeo Lozano y del Mundo Marino dan cuenta que hace unos veinte años, entre mayo y septiembre que es la temporada de desove, a estas mismas playas del Caribe colombiano llegaban más de cien tortugas a poner sus huevos, hoy hay temporadas en que no sobrepasan las diez. Según los científicos, además de depredadores directos como el hombre otros enemigos de las tortugas marinas son el cambio climático y la contaminación que provocamos los humanos.
En este programa ecológico también se ha buscado la participación de los colegios, pescadores y habitantes en la zona de las playas en donde ponen los reptiles para que aportan su grano de arena para ayudar a salvar a este ovíparo que desde hace unos ciento cincuenta millones de años habita el planeta tierra. Además de las clases de educación ambiental que les imparten los profesionales universitarios los educandos se convierten en multiplicadores del proyecto. Algunos entran a apoyarlo directamente cuidando los idos o estando atentos con la llegada de las tortugas para que no sean molestadas mientras están cavando los huecos y poniendo los huevos.
Ibeth Pinzón directora del colegio ambiental Los Manglares manifiesta que los niños son llevados a la liberación y a que miren el proceso, lo mismo que se les indica sobre los peligros en que se encuentra la tortuga y que si no la conservamos quizás las futuras generaciones no las alcancen a conocer.
De las siete especies de tortugas marinas que aún quedan el mundo, cuatro desovan en las playas del Caribe colombiano cerca a Santa Marta, la laud, carey, caguama y lora, y de dos de ellas quedan pocos ejemplares. “Las que están en amenaza crítica que aparecen en el tope de la lista roja del grupo de amenazados de la Organización internacional Para la conservación de la naturaleza, OICN, son las tortugas carey y la caguama”, dijo Carmen Lucía Noriega, otra de las biólogas marina que participa en este programa de conservación. La carey es una de las más perseguidas por su carne y su caparazón, el cual es utilizado para hacer objetos de uso personal como manillas y gafas.