Luis Alberto Álvarez y Paul Bordwell en 1990 montaron un proyecto en el Centro Colombo Americano que terminó convertido en una de las revistas de cine más potentes del continente. Gracias a su esfuerzo Medellín se transformó en el lugar donde se veía y se pensaba el cine. Nombres como los de Zhang Yimou, Werner Herzog o John Cassavettes se convirtieron en ídolos para un nicho cada vez más grande de jóvenes como Hector Abad Faciolince se que se refugiaron en las penumbras de una sala de cine para salvarse del horror que se arrastraba por las calles de esa ciudad. Kinetoscopio sirvió para aterrizar esas obsesiones y allí se publicaron ensayos maravillosos, perdurables en el tiempo como La difícil ternura, un ensayo crítico sobre la obra de Fassbinder, la entrevista a Barbet Schroeder o los apuntes sobre la trilogía de los colores de Kieslowski, además de todos los artículos que ayudaron a pensar el cine colombiano en su momento más crítico. El dossier a Victor Gaviria, contenido en una de sus primeros números, con la portada de Simón el mago, es un ejemplo de cómo se debe abordar nuestro cine.
Le debemos mucho a esta institución de 30 años, una eternidad para una publicación sobre crítica cinematográfico. La crisis que toca a todas las revistas especializadas amenaza con desaparecer ha Kinetoscopio. Para evitarlo la revista ha abierto espacios de ayuda que se convierten además en una oportunidad para saber un poquito más sobre la crítica.
El taller que se llevará a cabo en los sábados comprendidos entre el 6 y el 27 de marzo, en el horario de 10 a 12 del día sobre la Historia de la Crítica Cinematográfica es una delicia a los que todos los que nos interesa el séptimo arte deberíamos acceder.
También se creó un crowdfunding para ayudar a la revista de cine más querida por los colombianos. Los que quieran ayudar pueden acceder a este enlace.