Esta vez nadie se indignó. La muerte de Luisa Fernanda De la Rosa (33) y su bebé, quien no alcanzó a ver la luz de este sórdido mundo, me conmovió profundamente. De la que se salvó ese angelito… Ya hasta la oportunidad de nacer nos la quitan en este país que se precia de "garantista", cuando aquí lo más seguro que tenemos es la muerte. Historia de Luisa, que es periódico de ayer.
El eufemismo al crimen: “presunta negligencia médica” en la Clínica San José de Torices en Cartagena; el verdugo reincidente: Medimás, SaludCoop, Cafesalud, Cruz Blanca… da lo mismo. A la fecha nadie responde por lo sucedido. La justicia es permisiva con estos crímenes que por supuesto quedan en la impunidad; no obstante, ya hay una sentencia de la Corte Suprema de Justicia donde se especifican una serie de circunstancias en las que EPS y clínicas deberán responder cuando se presenta un mal servicio de salud. Pero la fiebre no está en las sábanas.
Ya no es esa guerra fraticida matando mujeres y niños sino el macabro sistema de salud que nos toca por desgracia a los colombianos; ese mismo que se inventó el amo de la guerra con otros secuaces por allá en el 93 y del cual fue promotor y ponente. Ya tenía el verdugo montado el muy miserable…
Me duelen Luisa y su pequeño porque a mi hijo le pudo pasar lo mismo; el aguerrido león es un milagro de Dios. Nació por la valentía innata de su madre y el carácter inquebrantable de la mía. Aquella materna preeclámptica, primeriza y angustiada que llegó a la central de urgencias de Saludcoop, le fue indiferente a esa horda de insensibles a la fuerza, esclavos del sistema. El médico que hacía los controles prenatales nunca advirtió los riesgos. Había entonces que sacarlo rápido pues ambos corrían peligro. Tocó mendigar una ambulancia y una cama de hospital a las patadas, a los hueputazos, a los trancazos, como toca. El desaparecido San Juan de Dios, desmantelado y ruinoso, recibió a Leo el 26 de septiembre de 2012 a las 6 y 10 de la mañana. Parto natural. Había plan tortuga, medio hospital sin sueldo desde hace ocho meses y una cartera por cobrar de 40 mil millones de pesos.
Lastimosamente Luisa será una cifra más que engrosará la macabra estadística de mortalidad materna en este país de cafres donde enfermarse está prohibido porque cuesta caro; donde lo que es un derecho fundamental para todos resulta siendo una oportunidad de negocio para unos pocos.
Ese “acuerdo final de paz” que tantos votamos en 2016 debe acompañarse de transformaciones sociales profundas que le den sostenibilidad a lo pactado, de lo contrario no será más que una quimera política, un saludo a la bandera. Un Nobel. Qué dicha que no haya mutilados en el Hospital Militar; cada vida ganada a la guerra valió la pena; pero como Luisa, hay cientos de miles que el Sistema asesina sin tregua todos los días en alguna parte del país. En eso sí es democrático e implacable.
Exijámosle, pues, a los candidatos presidenciales propuestas viables y concretas que intervengan esa otra forma de violencia sistémica y sistemática que nos está matando a cuentagotas, que se está llevando a nuestras mujeres.