Qué cosa tan aterradora leer los trinos y escuchar las opiniones de personas que son capaces siquiera de expresar que “La fascista-franquista Salud Hernández, que no debería estar en Colombia, que es un cáncer y obvio que fingió secuestro unida con Uribe…” Que como “no solicitó protección y sabía a qué se exponía, se buscó el secuestro”. ¡Por Dios! En qué clase de sociedad estamos.
¿Qué es lo que hay en la mente de los colombianos que, acudiendo a estas situaciones de tragedia, terminan justificando actos que atentan contra los derechos humanos? El antropólogo, escritor y doctor en sociología de la Universidad de París Fabián Sanabria dice que una de las cosas más patéticas de los colombianos en una amplísima mayoría, es que siempre piensan mal del otro y si esto no cesa el país no será distinto.
Los colombianos no han aprendido que cualquier ciudadano puede tener las posiciones ideológicas que sean, pero además que no por eso pierde sus derechos fundamentales y constitucionales a la libertad y a la vida.
Pienso que Salud Hernández es una gran periodista que se ha ganado el reconocimiento nacional e internacional, no solo porque ha revelado verdades y ha pisado callos, sino porque ha recorrido este país más que cualquier nativo. Salud ha tenido el valor de decir que tiene posiciones de derecha y ella, como cualquier ciudadano de cualquier ideología, tiene derecho a la libertad y a la vida. Es muy triste tropezarse con las visceralidades que se manifiestan en cualquier escenario. “Tenemos que aprender a contenernos y entender que lo que prima es el derecho a la vida, a la libertad y a la honra de los ciudadanos. Mientras esto no sea así este país en inviable”, asegura Fabián Sanabria.
¿Y de dónde viene esa visceralidad de los colombianos que se solazan con la desgracia del vecino y le caen encima para justificar sus opiniones? Según una vieja columna del profesor Moisés Wasserman, exrector de la Universidad Nacional, esto sucede cuando se pretende tener una superioridad moral ante el otro entonces “yo soy bueno y los buenos somos más; el malo es el otro, la culpa la tiene el otro. Por algo sería que le hicieron lo que le hicieron; algo haría”. Es lo que estamos viendo.
“En la medida en que esto siga, Colombia no puede superar su historia trágica de doscientos años de sangre, porque es que desde la Patria Boba venimos dándonos duro y tenemos unos picos de violencia aterradores. En esa medida Colombia necesita superar esa prepotencia de que unos se creen más buenos que otros por su forma de pensar”, dice el sociólogo.
¿Cómo incide esa violencia latente en las actitudes de la gente
como para que un ser humano
llegue a alegrarse de la desgracia de otro?
La más reciente encuesta nacional de salud mental publicada por la Universidad Javeriana, Colciencias y el Ministerio de Salud el año pasado, se habla de depresión, de ansiedad, de sicosis, de tendencias suicidas que hoy preocupan porque están centradas en jóvenes y mujeres. ¿Cómo incide esa violencia latente en las actitudes de la gente como para que un ser humano llegue a alegrarse de la desgracia de otro?
Sanabria piensa que justamente la violencia deprime. Participantes de ese estudio decían que cuando no se enteraban de las noticias del país, se sentían mejor. “Es terrible estar enterándose de escándalos en serie que terminan siendo enfermizos pero esa es nuestra realidad y a los medios les asiste el derecho y el deber de informar”. Agrega que el problema grave es que la violencia no solamente la han causado los grupos ilegales al margen de la ley, sino que tiene su origen en el seno del hogar, la violencia intrafamiliar, la cotidiana, la cultural.
¿Y qué estamos viendo de nuestros ejemplares líderes políticos y de opinión en las redes sociales y en los foros de opinión de los medios de comunicación? A unos seres incendiarios con cero responsabilidad política y social, que incentivan a la opinión pública a tomar posición de forma visceral. Eso es lo que estamos viendo con el secuestro de Salud Hernández.
El mundo virtual ha colonizado la realidad y lo patético es que ya no se sabe quién dice qué ni desde dónde. Puede haber muchos perfiles falsos en esa enorme nebulosa. Para lo mejor y para lo peor está internet. Pero no hay que olvidar que los mayores fundamentalismos, radicalismos en Europa ocurren a través del ciberespacio. “La legislación internacional y nacional tiene que desarrollar códigos estéticos y éticos para ver cómo nos comunicamos a través de la red. Los mismos tuiteros, los mismos youtubers, los mismos cibernautas tienen que empeñarse en crear códigos claros de comunicación, también desde lo jurídico y lo legal. Nadie puede decir cualquier cosa contra otro ciudadano y menos provocando la ira, el odio, o llamando a la venganza. Aquí la autorregulación también es clave”, enfatiza el experto.
Como colombiana y como periodista exijo la libertad de Salud Hernández y de todos los colombianos que se encuentran secuestrados. Debe haber respeto a la vida y a la libertad sin importar la ideología. El ELN tiene que pronunciarse sin ambigüedades y las comunidades virtuales tienen que tener coraje, autonomía y posiciones muy concretas, no rastreras, sino de respeto por los derechos fundamentales.
¡Hasta el próximo miércoles!