Dar una opinión a partir de supuestos es muy comprometedor. Comentar un hecho sin tener información precisa es un deporte nacional. No obstante, quiero acercarme al sonado caso del secuestro de la periodista Salud Hernández. Por lo menos eso dicen los medios de comunicación: que la columnista de El Tiempo fue secuestrada. ¿Por quién? No se sabe. Pero es aquí donde vuela la imaginación batiendo las más diversas hipótesis.
¿Dónde, cuándo y cómo? El diablo está en los detalles. En el municipio del Tarra, Norte de Santander, el viernes 20 de mayo, salió a cubrir una crónica con los herederos de Megateo, en una zona donde abundan los cultivos de coca y que es un corredor de las FARC, el ELN y los Paramilitares, de tal manera que, lo primero que uno se pregunta, es por la vocación de mártir, por el instinto suicida de una persona que, a sabiendas del precipicio que le espera, se aventura a lo que sea con tal de salvar su amor y su honor por la “libertad de prensa”.
Ni tanto honor ni tanta indignidad. La primera hipótesis, la más común, las más cercana a la opinión pública, es que le haya echado mano un grupo del ELN. Esta presunción, claro está, se basa en los últimos desarrollos de la mesa de diálogos con esta guerrilla que, teniendo en cuenta los pronunciamientos sobre el secuestro como arma de guerra, en un momento y en unas circunstancias que no le dejan a uno otra opción que pensar en la estupidez política de semejante torpeza. Es, nada más ni nada menos, en el supuesto caso de que haya sido el ELN, que servirle en bandeja de plata el argumento poderoso a los enemigos de la paz mediante los diálogos de La Habana, y de las esperadas conversaciones del Gobierno con el ELN en el Ecuador. A los enemigos de la paz se les apareció la virgen. Están que se frotan las manos de alegría con semejante payaso. Aún conservo la esperanza de que esté equivocado.
La segunda hipótesis, no menos probable, es que la tenga el reducto del Epl que opera en esa zona. Y tendría cierta lógica, habida cuenta de llamar la atención para la negociación política con el Gobierno Nacional, quien según los medios de comunicación ha desatado una ofensiva militar terrestre y aérea contra este grupo, cobrando la cabeza de Megateo.
La tercera hipótesis resiste el análisis. Nada raro que la haya retenido un grupo de paramilitares de cualquier denominación, con el objetivo de tirarse en los diálogos de paz y reclamar el estatus político. Se me viene a la cabeza el recuerdo del “Collar bomba” cuando se iniciaban los diálogos del Caguán. Hay un sector recalcitrante que no quiere la paz, y están dispuestos a cometer cualquier estupidez con tal de acabar con las negociaciones para terminar el conflicto armado.
De cualquier manera, ningún sector de la izquierda democrática tiene por qué aplaudir semejante atropello. A Salud Hernández la necesitamos defendiendo la “libertad de prensa” como columnista de EL Tiempo, y no como trofeo de la caverna reaccionaria para para acabar con los diálogos de paz.