En mayo del 2016 Salud Hernández fue al Tarra, corazón del Catatumbo, a asistir a un consejo campesino realizado en la plaza de este pueblo de Norte de Santander. Pronto la reconocieron. Entre la gente habían integrantes del ELN, grupo guerrillero sobre el que la española ha denunciado su falta de coherencia ideológica. Incluso en septiembre del 2015 había titulado una de sus columnas en el Tiempo como ¿Ratas Humanas? Salud tiene vísceras y, además de su compromiso con la verdad es una provocadora a la que, acaso inconscientemente, le gusta exponerse. A Salud, antes de secuestrarla, le sacaron en cara esa columna. La internaron en el Catatumbo y seis días después la liberaron. Hubo una parte del país que quería verla muerta, dizque por paraca. El señalamiento sin pruebas es una de las facultades que tiene este país sin Dios ni rigor. Lejos de moderar su discurso la periodista siguió imbatible, yendo a territorio, algunos de ellos dominados por la guerrilla, y usando sus espacios periodísticos para soltar sus columnas, hechas con anestesia y con una prosa contundente como un martillo.
Seis años después Salud Hernández es uno de los rostros más taquilleros de la Semana de los Gilinski. El triunfo de Petro no la ha moderado un ápice, al contrario, sigue teniendo la capacidad que muchos columnistas le envidiamos: la de provocar. Salud ha escrito una columna titulada ¿Quieren llevar la lucha de clases a la policía?, llena de frases tan picantes como esta: Si yo fuese policía en el gobierno Petro, pondría en marcha la política de brazos cruzados, de mirar para otro lado. Inmediatamente las peticiones de expulsarla del país y de matarla inundaron las redes sociales.
Que las barras bravas de Petro, las mismas que creen que un subnormal con problemas de autoestima como Daniel Mendoza es el Michael Moore colombiano, salgan a destruirla vaya y vengan. Que un senador con la violencia que lo caracteriza como Wilson Arias incite a las “nuevas autoridades” a callarla es grave y debe ser denunciado ante la FLIP, quien al parecer sólo le importan los ataques que reciben Daniel Coronell y sus discípulos. César Pachón, otro senador del Pacto, le pone el INRI de paramilitar y sacan esta foto de Salud mientras le hacía un reportaje a las Autodefensas Unidas de Colombia.
No me sorprende lo Salud Hernández. En el pasado la señora le decía “estimado comandante” al paramilitar Carlos Castaño. 🤢 pic.twitter.com/BY5TUYbrvF
— César Pachón (@CesarPachonAgro) August 1, 2022
¿Cómo la FLIP no sale a respaldar y a condenar a Pachón por este señalamiento que en un país de radicales como el nuestro podría costarle la vida a Hernandez-Mora? La izquierda, empoderada, va a salir a pedir en cualquier momento la imposición de una nueva Ley de Medios y, con ese Congreso en donde Petro y Roy tienen a todos agarrados del cogote, sólo es que un virulento tipo Gustavo Bolivar salga con alguna de sus estupideces para amordazar a los que no crean que Petro es Gandhi.
Quiero recordarle a la Izquierda Radical que, hay cientos de miles de personas que votamos por Petro porque pensamos que con él en la presidencia hay más seguridades para ejercer el periodismo. A RCTV en Venezuela se la llevó el chavismo con el argumento de que, al poner la película de La fiesta del Chivo, se estaba incitando al magnicidio. No los bajaron de golpistas. Yo, como seguidor de Petro y sus políticas, quiero un país con periodistas como Salud Hernández-Mora, de probada honestidad, con convicciones ideológicas muy fuertes y con una coherencia a prueba de balas y de secuestros.
Así como Salud tiene fotos con paramilitares también tiene fotos con guerrilleros. La crónica se hace en terreno y, por eso, los que deciden abandonar la comodidad de su escritorio bogotano para internarse en la Colombia profunda, corren este tipo de riesgos, no me refiero a la de ser asesinadas, secuestradas o violadas, sino a ese linchamiento en redes sociales, linchamiento encabezado no por Levy Rincón, sino por senadores de odio tan visceral como Wilson Arias, el barra brava mayor.