Se necesitó de una amplia movilización pública en demanda de definiciones sobre la interinidad en la alcaldía de Armenia para que finalmente el cura Osorio, como gobernador, procediera a designar el titular de la administración local. Nombramiento que recayó en el ingeniero Óscar Castellanos, un político y concejal liberal asociado a la maquinaria clientelar del gamonal electoral Emilio Valencia, cuya hija, la exalcaldesa Luz Piedad Valencia, se encuentra detenida, con beneficio de casa por cárcel en Medellín, a raíz de los atracos contra el programa de valorización que le significaron a los ciudadanos miles de millones de pesos en pérdidas. Castellanos ha sido parte de todo ese entramado que ahora intenta reproducirse con su presencia en el primer cargo de la ciudad.
Tantas vueltas y maniobras del cura Osorio tienen ahora su explicación. Todo queda en manos de la vieja casta política corrupta, artífice de la destrucción institucional, financiera y ética de la capital quindiana.
Prevaleció la lógica de las cuotas y parcelas politiqueras en la administración municipal, lo que no augura nada nuevo para los próximos 13 meses del actual periodo constitucional.
Difícil que se recupere la confianza de la ciudadanía, bastante indignada con lo que ha sucedido, tanto con los procesos judiciales como con las repugnantes maniobras del jefe regional de la administración.
Difícil también esperar muchos resultados en la nueva administración, secuestrada por reconocidos operadores del tráfico de influencias, de las cuotas burocráticas y de los cupos presupuestales.
Prácticas que fueron repudiadas por más de 200 mil quindianos en la consulta contra la corrupción.
Ingenuos aquellos ilusionados con las respuestas o alternativas del nuevo burgomaestre a los graves problemas que nos aquejan como el desempleo, los suicidios, la corrupción en valorización, el deterioro de la malla vial, la inseguridad, el espacio público (por el burocratismo de Amable), el micro tráfico, la movilidad, el POT, la defensa de las quebradas y del PCC, la corrupción en el PAE, la baja calidad de la educación en manos de un solemne incompetente (Cobaleda) y los de la salud pública.
Seguirá la inercia institucional y los problemas descritos se complicaran aún más.
Lo único que nos puede sacar de este hueco es una vigorosa movilización ciudadana como la que se expresó en la consulta anticorrupción.
Una movilización organizada en veedurías ciudadanas, en cabildos abiertos, con acciones de tutela, con derechos de petición, con acciones de cumplimiento, en Audiencias públicas, en publicaciones de columnas de opinión, en foros y debates para exigir transparencia en el nuevo gobierno, mediante un control efectivo a los procesos presupuestales, administrativos, de planeación, en las licitaciones y en la contratación.
Se trata, y no sobra advertirlo, de una movilización pacífica, democrática y multitudinaria como efectivamente lo quiere una nueva ciudadanía con más conciencia y valores éticos en lo que significa una mayor responsabilidad comunitaria.
En esa dirección trabajaremos.
Nota. Todo nuestro apoyo a la movilización estudiantil en la Universidad del Quindío, cuya administración se niega a darle transparencia a sus procesos de contratación.
Los estudiantes exigen de las directivas vargaslleristas de la Universidad del Quindío mejoras en la calidad académica, bienestar institucional, relación de la universidad con la sociedad, y por su autonomía y democracia.