Sabiduría desplazada

Sabiduría desplazada

"¿Será que vale la pena sacar a los abuelos de nuestros hogares, de nuestro corazón, de nuestro espacio, de nuestro bolsillo y darle todo esto a las mascotas?"

Por: Valeria Esteban
marzo 20, 2018
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Sabiduría desplazada

Cómo comunicarles a nuestros hijos que la familia es lo más importante, la base de todo, si durante años hemos visto cómo los abuelos son sacados de nuestras casas, y en su lugar, hemos metido las mascotas dándoles un espacio más importante en nuestras vidas.

Aclaro que soy defensora y doliente de los animales y mi hogar siempre estuvo rodeado de  mascotas como perros, gatos, pájaros, conejos y tortugas. Las hemos querido, cuidado como se merecen y llorado cuando han cumplido el ciclo de la vida, pero nunca desplazamos a nadie. Me preocupa ver cómo cada vez más, al caminar entre barrios, encuentro tantas casas y edificios de estratos altos con nombres diferentes, pero que su objetivo es el mismo: hogares geriátricos. Ahí es común escuchar que al principio van a visitar a los abuelos frecuentemente, luego una vez al mes y algunos están quedando en el olvido, cuando de la sabiduría que nos transmiten nuestros ancianos con sus maravillosas historias de vida contadas con amor y sentimiento, una y otra vez, mirándonos a los ojos, podemos aprender más de cómo actuar sin tropezar tanto.

Y es que para no ir muy lejos, cada vez vemos como los orgullosos padres adoptivos de los animales gastan dinero extra en el entrenador o paseador dos veces al día o la guardería diaria para mascotas, canastas especiales o coches que parecen hechos más para niños, comida que a veces puede ser más costosa que la de los humanos, servicio médico a manera de EPS, collares con brillantes como si de lujosas joyas se tratara, ropa para cada ocasión, celebración de los cumpleaños con sus compañeros peludos sin dejar atrás la torta con la velita, tatuajes en sus dueños que evocan el nombre, las huellas y hasta la foto de los compañeros de cuatro patas; así como un “espacio sagrado” que a veces puede ser incluso una parte en la cama, redes sociales propias y fotos de las mascotas, en fin un comercio que nunca acaba.

Pero cuando volvemos al tema de los adultos mayores, allí sí que nos invade la tristeza, pues ellos, producto de la soledad y la enfermedad, han sido llevados como “premio” a centros geriátricos, en muchos casos fríos y húmedos, mientras los hijos se quedan viviendo y administrando los bienes que seguramente los abuelos consiguieron con tanto esfuerzo. Los echamos casi al olvido y se paga bastante dinero para que otros los cuiden y hagan lo que nos corresponde a las familias, incluyendo los más pequeños. Cabe aclarar que en muchos casos se integran a estos hogares en común acuerdo y son tratados muy bien como un grupo de amigos sin igual, con actividades acordes a su edad, cuidados y medicamentos necesarios, dieta nutricional y un espacio bastante digno, como si tuvieran su propio apartamento con todas las comodidades dentro de un centro especializado, en algunos casos hasta se enamoran en sus “años de plata” y viven más felices, pues se sienten queridos de verdad, atendidos y acompañados; pero esto tristemente no corresponde a la gran mayoría de los casos, evidenciando la falta de conciencia y de políticas dignas para la tercera edad.

A los más grandes de nuestra familia les debemos la vida, el ejemplo, los mejores recuerdos, agradecimiento, tributo y compensación, entonces ¿será que vale la pena sacar a los abuelos de nuestros hogares, de nuestro corazón, de nuestro espacio, de nuestro bolsillo y darle todo esto a las mascotas? ¿O mejor reflexionamos lo ponemos en una balanza e integramos a nuestros abuelos y a las mascotas, dándole a cada cual lo que le corresponde, en tiempo, atención, prioridad y espacio?

Por si acaso se le olvida, la buena noticia es que si usted goza de salud va a llegar a viejo y con lo que estamos comunicando y el ejemplo que dejamos a nuestros hijos no se le haga raro que el día de mañana usted sea el que esté en el hogar geriátrico, víctima del olvido y del abandono, sin afecto y recordando entre lágrimas y nostalgia sus años mozos, esperando solo la muerte física… y mientras tanto, las mascotas en su familia sencillamente serán la prioridad, como quien dice: “sabiduría desplazada”.

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