La última señal quedó registrada en la madrugada del 23 de junio pasado. Precisamente el dia del solsticio de verano, una fecha mítica para los navegantes. Desde su catamarán Trinavis de ocho metros de longitud, el italiano Rocco Acocella, busco comunicarse. Estaba a 250 kilómetros de distancia de Barranquilla.
El viaje lo había iniciado el 3 de junio en Salerno, su tierra al sur de Italia, donde nació hace 32 años. Ese puerto era su base de operaciones. Desde ahí navegaba tres veces al año entre Europa y América para llevar catamaranes, su embarcación preferida que se sostiene con dos cascos paralelos de igual tamaño y la impulsa el viento aunque siempre tiene motor complementario. Un modelo común para los viajes largos de turismo por el equilibrio que maneja con lo cual los pasajeros no se marean. Rocco salió en uno de estos. Se despidió de su mamá Enrica de Falco el 3 de junio y zarpó hasta la isla de Saint Martín en pleno Mar Caribe.
La pequeña isla de 87 kilómetros cuadrados está dividida en dos: la parte norte que pertenece a la república francesa y la parte sur que pertenece al reino de los Países Bajos. Allí llegó el 15 de junio. Descansó durante 48 horas y el 17 de junio tomo rumbo a Puerto Velero, donde opera desde hace poco tiempo una moderna marina, a 20 kilómetros de Barranquilla, punto obligado de los veleristas del mar Caribe. El trayecto debía tomar diez días y si todo salía bien Rocco llegaría el 27 de junio. Dos días después tenía listo un vuelo hacia Guayaquil Ecuador en donde lo esperaba un grupo de turistas europeos a los que serviría de guía. Rocco, además de experto marinero, trabaja en la compañía turística Eco-Friendly.
Pero nunca llegó. La Armada colombiana detectó la señal de emergencia, una PLB1, el 22 de junio de 2019 a las 7:31 de la noche. Esta permaneció encendida durante 19 horas hasta las 2:46 p.m del 23 de junio. En ese lapso las lanchas rápidas de la armada recorrían el perímetro. Toda la búsqueda fue inútil. Sin embargo la señal daba una luz de esperanza: se tenían unas nuevas coordenadas y, según los datos del registro meteorológico, que tenía en cuenta la dirección y fuerza de corrientes y vientos, se calculó un plausible cambio de ruta si en realidad pasó lo peor: en esta zona, llena de atolones y riscos, Rocco pudo haberse estrellado contra una roca. En esta línea, usando un bote salvavidas que necesariamente debe tener el catamarán, el italiano podría estar flotando.
Las áreas de búsqueda se han prolongado a Nicaragua, Costa Rica y Panamá en donde podría estar en algún atolón de la zona. Mientras tanto la Fuerza Aérea y la Armada sigue patrullando el área buscando algún vestigio del Trinavis. La Dimar colombiana también está en la tarea en pleno Mar Caribe. Mientras tanto, en la lejana Salerno, Enrica espera día y noche por noticias de su hijo. Hace unas semanas montó esta página en Facebook que ya tiene casi 5.000 seguidores.
El tiempo de espera para que aparezca Rocco se acorta con las horas. Y los escenarios de búsqueda se van agotando.