Soy uno de los tres socios fundadores del Jardín Botánico del Darién Caribe. Soy una más de las víctimas del conflicto armado. Freddy González, quien anda suelto en el Urabá chocoano, con el apoyo de uno de sus auxiliadores, al que llamé el mensajero de la muerte en mis textos políticos y denuncias de atropellos, es el promotor de una de de las invasiones en los predios del señor Ciro Arévalo. Su nombre es Vladimiro Julio, un bandido que huyó de Necoclí por sus fechorías, y desde hace 25 años hemos tenido que soportar sus atropellos. Era el que llevaba la razón a la comunidad sobre el sitio donde Freddy Gonzalez y otros paracos del Élmer Cardenas dejaban los cadáveres de las víctimas de nuestra aldea, más de 20. El otro invasor de predios, con el pretexto de devolverle a las negritudes del norte del Chocó las tierras en manos de paisas es Raúl Peña. No les basta con las 10 mil hectáreas o más que les adjudicó el Gobierno, y las que están explotando con extracción de maderas de manera infame, y dando permisos para la minería ilegal. Ahora quieren quitarnos lo poco que hay titulado por el INCORA antes de la ley 70 o de negritudes. Los otros dos promotores son nada menos y nada más que el presidente de la Acción Comunal de Capurganá, Raul Peña, y Edgar Mejía Mejía, presidente de las negritudes del norte del Chocó.
Contra este individuo hay más de media docena de denuncias por agresiones verbales y físicas. Cuento con copia de dos o tres, incluida la mía. Con estos tres individuos, promotores de asonadas, como la que le hicieron al hotel Almar, haciendo que su propietario saliera de la región y cerrara su negocio, es y será muy difícil trabajar y vivir en paz en esta aldea, Capurganá, donde la gente se jactaba de no haber tenido muerte violenta en 40 años. Nadie se atreve a denunciar a estos individuos por miedo a sus represalias. La última amenaza, que vuela en el ambiente, es que lincharán al paisa que se atreva a abrir la boca. Pues yo la abro, y los acuso omo promotores de invasiones y de racismo. El jefe supremo es Emigdio Pertuz, prestante líder de las negritudes, quien fue el maestro que con su odio contra la comunidad paisa dividió nuestra comunidad entre negros y paisas. Ese es su legado, el odio y resentimiento que ahora estamos enfrentando.
Fueron muchas las cartas que envié a los medios durante los años 1998 a 2003, no solo denunciando los atropellos de la guerrilla y los paracos, si no, contra miembros corruptos de nuestra comunidad. Tengo todos esos textos y cartas implorando por nuestras vidas. Como fruto de ellos asesinaron con la ayuda de Vladimiro y otras personas de mi comunidad a mi hermano, Darío Moisés Perez Leiter, el viernes13 de julio de 2001. A mi, y a la familia de mi hermano, nos desplazaron al mes de asesinado, y al promotor del crimen, lo pusieron en el cargo de mi hermano, presidente de la junta administradora de energía de Capurganá, como su nuevo presidente. Nunca lo llamaron a indagatoria, las denuncias desde hace 14 años reposan en los anaqueles de la fiscalía. En esa denuncia, esta el nombre de Vladimiro Julio y otros seis individuos. Tres años sin poder volver y con el estigma de auxiliar de la guerrilla en la frente. Estoy dispuesto a sustentar con pruebas y testigos lo que aquí afirmo, y les ruego publiquen este S.O.S.
Los invito a que nos visiten y escuchen otras voces que imploran justicia y protección policial en nuestras aldeas de la frontera. Pueden publicar mi nombre, estoy cansado de sentir miedo, cansado de la impotencia ante estos bandidos, que por el solo hecho de ser negros pueden hacer lo que quieran de manera impune. Frutos de una ley que ha sembrado terror en nuestra comarca por la interpretación y uso que de ella hizo Emigdio Pertuz, el anterior presidente de las negritudes.
