En la medida que se camina por la ruta libertadora desde Arauca a Bogotá se transita del rezago en el desarrollo, y por lo tanto condiciones de indignidad para sus gentes, a entes territoriales robustos y con mejores posibilidades. Es cierto que hay ingentes esfuerzos en los últimos gobiernos departamentales por saldar la cuenta, pero aún el Estado permanece indolente. Hoy con motivo del bicentenario vuelve a asomarse a los municipios con más proyectos que respuestas, a pagar por cuotas una deuda histórica acumulada en medio del abandono, la desidia y la violencia de varios gobiernos.
Si tomamos como referente las necesidades básicas insatisfechas (NBI) de los municipios que integran la ruta libertadora, se evidencia que se encuentran los entes territoriales más pobres de Arauca, Casanare y Boyacá, situación que contrasta con los pertenecientes a Cundinamarca. De los diez municipios más pobres del departamento de Boyacá, según el (NBI), cinco corresponden a la ruta, en su orden: Paya, Pisba, Socotá, Labranzagrande y Beteitiva. En el gráfico uno se muestra la tendencia de los NBI de la ruta, en la cual es evidente que de Arauca a Bogotá se transita de la pobreza a mejores condiciones. Los municipios más afectados son los del piedemonte llanero, ubicados en un escenario marcado por la violencia con multiplicidad de actores que pasan desde conquistadores, colonizadores hasta guerrilleros y paramilitares en tiempos recientes.
Otra variable asociada al rezago en el desarrollo es el de la densidad poblacional, expresada en habitantes por kilómetro cuadrado (Figura 2). Advierto que no necesariamente la relación entre las dos variables determine la pobreza, pero en el análisis de la misión transformación del campo (DNP: 2014) es evidente que aquellos entes que tienen cabeceras pequeñas y densidad poblacional baja (menos de 50 hab/km2) son los de mayor rezago en el desarrollo en la ruta y en Colombia. El mayor desafío es la prestación de bienes y servicios públicos a poblaciones dispersas geográficamente y con densidades menores a 20 hab/km2. 14 municipios de la ruta están dentro de dicho parámetro que además registran las necesidades básicas insatisfechas más altas. La figura dos expresa el sendero de la inequidad, de la cual se excluye Bogotá, Chía y Tunja que registran densidades superiores a 1,000 hab/k2.
Los diez municipios de la ruta libertadora más afectados en su desarrollo se registran en el cuadro Uno, sobre un análisis de cinco variables. Al respecto ya se mencionó el NBI y la densidad poblacional, resta señalar que tres cuentan con una población menor a 2,000 habitantes, en un proceso de despoblamiento consecuencia de las condiciones económicas y de violencia. Se suma el desempeño municipal, (Índice de desarrollo municipal) donde seis municipios están en una situación de vulnerabilidad con un indicador menor a 50 puntos. Es clara la relación entre el desempeño municipal y las condiciones de pobreza, dados los contextos que atraviesan.
*1 Los datos de población y los de densidad poblacional corresponden a la proyección Dane 2019.
*2 El Índice de desempeño municipal (IPM) y su posición a nivel nacional corresponde al año 2017.
En el bicentenario de la ruta libertadora tenemos muchos motivos para conmemorar y desde luego bastante análisis sobre lo que somos a partir de lo que fuimos y seremos. Sin embargo, hay una población que pese a los esfuerzos e intervenciones públicas del presente aún es indignante la situación de abandono en la que viven. Bicentenario con rostro humano es el que necesitamos.