Con la caída del muro de Berlín y la reestructuración democrática, Rusia empezó a ser tenida en cuenta en los proyectos de desarrollo continental de la Unión Europea. La gran capacidad terrestre y las numerosas potencialidades en materia energética, petrolera, militar, académica y económica generaron un afán en los estados europeos a la concertación, llevando a la Unión Europea a una obligada pero eficaz negociación con el Estado ruso.
Rusia posee una ubicación geográfica privilegiada que lo sitúa en medio de dos continentes, esto no solo lo convierte en el país más grande del mundo, sino en el punto de esencial tráfico comercial, económico, migratorio, industrial y en la ineludible circulación de cuentas corrientes, personas, bienes y servicios. La extensión territorial Rusa es de 17.045.400 kilómetros cuadrados, duplicando la superficie terrestre de países como China, Canadá y EE.UU.
Además de la fortaleza geográfica, de la capacidad superficial, de la gran expensa de reserva de hidrocarburos y de concentrar el 40 % de las riquezas naturales del mundo, Rusia interfiere en el tránsito de buques comerciales, ductos petroleros y gasíferos provenientes de los continentes asiático, oceánico y del oriente europeo. Lo anterior ha generado que Rusia haga parte del 90 % de las agendas gubernamentales de los miembros de la Unión Europea, siendo considerado el socio estratégico más importante, incluso por encima de Estados Unidos, según el artículo Estrategia Global para la Política Exterior y de Seguridad de la Unión Europea.
Ahora bien, el país Ruso es el desafío estratégico potencial de mayor relevancia para la Unión Europea, pues es el exportador principal de gas natural en el mundo: el 25,5 % de este hidrocarburo es adquirido por los estados europeos, es decir, Rusia suministra más del 40% de su producción de gas natural a Europa, lo que genera que la dependencia de la Unión Europea a las empresas que lo suministran. De 28 países que componen dicha integración, 25 son totalmente dependientes del gas ruso, por lo que les conviene tener una pacífica y cordial relación con el Estado oriental.
En los aspectos petroleros y minero-energéticos, la dependencia sigue estando elevada ya que Rusia suministra más del 30% del petróleo al continente europeo, el otro 70% es conducido por ductos provenientes de los países medio orientales que tienen tránsito por el territorio Ruso, por lo tanto no solo deben pagar por los barriles adquiridos del medio oriente, sino que además deben consignar un impuesto de hacienda infraestructural a Rusia por el tránsito del hidrocarburo en el país. Como se ve, en el sector minero-energético el Estado ruso sigue jugando un papel importante, pues exporta gran cantidad de níquel, plomo, cobre, estaño, hierro, platino y oro a la Unión Europea. Se calcula que un 20% de la producción metalúrgica rusa va exportada a Europa.
Lo anterior permite concluir que más que una reconstrucción institucional o una consolidación democrática es una dependencia estructuralmente económica de la Unión Europea a Rusia, que aunque no hace parte de dicha integración por diferencias político-culturales, tiene el poder de hacer tambalear a toda una integración eurocéntrica.