Una crisis global alimentaria vuelve a estar latente, en medio de la guerra ordenada por Vladimir Putin contra su vecina nación.
Solo tres meses y medio duró el vital acuerdo para exportar granos y fertilizantes desde el país invadido, uno de los mayores productores de cereales del mundo.
Desde que Rusia ordenó la invasión, el pasado 24 de febrero, sus tropas bloquearon los puertos de Ucrania y el planeta fue testigo del desabastecimiento de algunos productos y de sus respectivos efectos inflacionarios.
Además de los bloqueos que hicieron perder toneladas de cultivos, mientras en otras naciones escaseaban los alimentos, Kiev denunció la quema de sus granos, así como el robo masivo de estos por parte de las tropas invasoras.
Tras intensas negociaciones, con mediación de la ONU y Turquía, el mundo recibió un aliciente el pasado 22 de julio. Ese día Moscú firmó, al igual que Kiev, un acuerdo clave para permitir la reanudación del envío de granos y fertilizantes.
¿Cómo fue implementado el pacto de exportación agrícola desde Ucrania?
El pacto estableció un centro de control en Estambul, que contó con la presencia de funcionarios de la ONU, turcos, rusos y ucranianos, encargados de administrar y coordinar los envíos de granos y fertilizantes.
Lo pactado incluyó garantías de seguridad para las embarcaciones y la supervisión en territorio turco de los navíos que salían desde Ucrania, con el fin de asegurarse de que transportaban alimentos y no armas.
Kiev también buscó garantías internacionales de que el Kremlin no usaría los corredores seguros para atacar el puerto de Odessa, en el Mar Negro.
El pacto abrió la puerta para liberar alrededor de 22 millones de toneladas de granos que se encontraban atrapados y a decenas de barcos que permanecían varados en ese momento.
Un segundo convenio firmado en paralelo autorizó la exportación de alimentos y fertilizantes rusos, pese a las sanciones económicas impuestas por Occidente contra Moscú por ordenar el conflicto.
A finales de julio, las agencias estatales rusas informaron que el Ejército ruso empezaba a reabrir algunos puertos y paulatinamente las imágenes de televisión mostraron esos traslados que trajeron esperanza para calmar la crisis alimentaria.
El pasado 26 de octubre, la Organización de Naciones Unidas (ONU) informó que lo acordado permitió que alrededor de 9 millones de toneladas de granos salieran de los puertos ucranianos, lo que aliviaba las dificultades de abastecimiento.
¿Qué consecuencias se prevén con la suspensión de la participación rusa en el acuerdo?
Con la inhabilitación del pacto, el planeta vería grandes retrocesos y un nuevo estancamiento en el flujo de los productos de uno de los mayores exportadores de productos agrícolas.
Esta situación prevé un fuerte aumento en los precios. La evidencia está en que a mediados del pasado mayo, dos meses antes del acuerdo, los costos del trigo y el maíz subieron a niveles sin precedentes, según la ONU.
Un panorama que trajo graves consecuencias, especialmente en África, Medio Oriente y Asia, donde la pandemia del covid-19 y sus efectos ya habían empeorado la situación alimentaria.
En Ucrania, se cultiva y exporta principalmente trigo, maíz y cebada. Según la Comisión Europea, la nación atacada representa el 10% del mercado mundial de trigo, el 15% de maíz y el 13% de cebada.
Asimismo, el territorio ucraniano es el productor más importante en el mercado del aceite de girasol, con más del 50% del comercio mundial.
Antes de la guerra varios de sus productos abastecían en gran parte a países como Egipto, China, Turquía, Nigeria, Indonesia, México, Japón, Corea del Sur, Vietnam, España, Países Bajos, España, China, Arabia Saudita, Bélgica y Alemania, entre decenas más.
Rusia justifica un ataque con drones para retirarse del acuerdo, pero habría otros motivos
El Kremlin ya empezaba a demostrar que veía de forma negativa el acuerdo. El viernes 28 de octubre, el Gobierno de Putin emitió un comunicado en el que señaló que solo el 3% de los alimentos exportados en virtud del convenio había estado destinado a los países pobres y que las naciones de Occidente representaban la mitad de todos los envíos.
La estocada final de Moscú llegó este sábado 29 de octubre, cuando su ministerio de Defensa anunció que su país se retira del pacto.
¿La justificación? Rusia aseguró que horas antes sus militares repelieron ataques con drones en la bahía de Sebastopol, en la península ucraniana de Crimea, que se anexó en 2014.
Desde la cartera de Defensa rusa incluso acusaron a Londres de haber ayudado a las fuerzas ucranianas a planear la presunta agresión.
"El ataque involucró nueve vehículos aéreos no tripulados y siete drones marinos autónomos. Debido a las medidas tomadas por los barcos de la flota del Mar Negro, todos los objetivos aéreos fueron destruidos", aseguró Mikhail Razvojayev, el gobernador regional impuesto por el Kremlin.
Ucrania respondió de inmediato que se trataba de acusaciones "falsas" y fabricadas para justificar la suspensión de las exportaciones.
Andriy Yermak, jefe del gabinete del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, acusó a Rusia de "chantaje" y de "ataques terroristas inventados" en sus propias instalaciones.
“El primitivismo del chantaje ruso (se puede ver) en todo. Chantaje nuclear, energía, comida”, aseveró Yermak, uno de los principales funcionarios del Ejecutivo de Ucrania.
El acuerdo estaba pautado hasta el próximo 19 de noviembre, por lo que en los últimos días el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, urgió a las partes involucradas a renovarlo.
La urgencia no era de menos. Su extensión era necesaria “para contribuir a la seguridad alimentaria en todo el mundo y amortiguar el sufrimiento que este costo de vida global que la crisis está infligiendo a miles de millones de personas”, señaló su portavoz.
Pero Rusia presionaba para obtener mejores beneficios del pacto de exportación agrícola.
El embajador ruso ante la ONU, Vassily Nebenzia, sostuvo que antes de que Moscú discutiera una prolongación de lo pactado, su nación “necesita ver la exportación de sus granos y fertilizantes en el mercado mundial, lo que nunca ha sucedido desde el comienzo del acuerdo", dijo.
Además, el ministro de Agricultura de Rusia, Dmitry Patrushev, afirmó en esta misma jornada que su nación está lista para suministrar hasta 500.000 toneladas de cereales a los países pobres en los próximos cuatro meses de forma gratuita, con la ayuda de Turquía, y suplantar los suministros de cereales de Ucrania.
Sus palabras prevén un intento por sustituir a los productos agrícolas ucranianos en el mercado internacional.
"Teniendo en cuenta la cosecha de este año, la Federación Rusa está completamente preparada para reemplazar el grano ucraniano y entregar suministros a precios asequibles a todos los países interesados", indicó.
El secretario general adjunto para Asuntos Humanitarios de la ONU, Martin Griffiths, había dicho el pasado miércoles 26 de octubre que estaba "relativamente optimista" de que el acuerdo se extendería más allá de mediados de noviembre, algo que finalmente no ocurrirá según lo anunciado por Moscú.