Quisiera antes que nada aclarar que no me llena mucho de felicidad contradecir, o entrar en polémicas con mis colegas en las páginas de opinión de este portal. Pero en días recientes apareció un artículo de don Alfredo Antonio de León Monsalvo afirmando que Occidente fracasó en su plan para destruir a Rusia, argumento que merece una réplica.
En primer lugar, eso que el Sr. Monsalvo llama “Occidente” (y que no tengo ni idea en qué consiste), por muchas razones no tiene plan, y mucho menos necesidad, de destruir a Rusia. La primera razón es que, siendo Rusia una poderosísima potencia nuclear, esta nación respondería cualquier ataque de manera violenta. Intentar destruirlos no es tarea fácil. En segundo lugar, destruir a un país relativamente insignificante desde el punto de vista social y económico, no vale la pena. Solo si con un ataque se lograra eliminar el arsenal militar que dispone, valdría la pena atacar a Rusia. Finalmente, Putin y sus acólitos son capaces de destruir a Rusia de una manera bastante más eficaz que lo que pudiera hacer “Occidente”.
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Putin y sus acólitos son capaces de destruir a Rusia de una manera bastante más eficaz que lo que pudiera hacer “Occidente”
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En segundo lugar, el Sr. Monsalvo argumenta que Rusia en realidad es un país bastante más importante de lo que se asume dado que el poder adquisitivo de sus ciudadanos (PPP) se asemeja más al de Alemania que al de Italia. Argumento débil e irrelevante dado que el PPP no refleja el poder económico de un país, sino el poder adquisitivo de sus ciudadanos dentro de las fronteras. El PPP (Purchasing Power Parity) compara el nivel de vida entre distintos países, atendiendo al Producto Interno Bruto per cápita en términos del costo de vida en cada país. A diferencia de otros indicadores, este elimina las distorsiones generadas por los distintos niveles de precios existentes entre los países
comparados. El que Rusia tenga un PPP similar al de Alemania, no hace que Rusia tenga un poderío económico similar al de Alemania.
En tercer lugar, el Sr. Monsalvo argumenta que Rusia es poderosa porque hace parte de los BRICS, un colosal bloque económico y político. En 2001, el economista inglés Jim O’Neill postuló la idea de BRIC: el bloque formado por Brasil, Rusia, India y China. Siete años después, estos países asumieron el concepto y comenzaron a reunirse para trabajar en conjunto. Años después también se incorporó Sudáfrica a dichos encuentros y así nació BRICS. Hoy, unos de los países que peor ha manejado su economía y sus recursos en los últimos 70 años, la Argentina, pretende ser parte de los BRICS.
Lo que hay que aclarar es que los BRICS son más un concepto que una realidad. Muchos de ellos, como la China y la India, se detestan entre sí y han tenido varios incidentes bélicos. Otros están en la lista de los países más corruptos del mundo como Sudáfrica. Rusia, y así lo demostró con su cobarde invasión a Ucrania, es una nación imperialista. Los BRICS, fuera de buenas intenciones, no tienen nada que los una: ni moneda común, ni políticas aduaneras coordinadas, ni parlamento común, ni Fuerzas Armadas coordinadas, ni regulaciones comunes. La Unión Europea, a diferencia de los BRICS, es el mayor bloque comercial del mundo. Es la primera exportadora mundial de productos manufacturados y de servicios, y el mayor mercado de importación para más de cien países. El libre comercio entre sus miembros es uno de los principios fundacionales de la UE. Los 27 países de Europa (a partir de febrero de 2020 con la salida de Reino Unido), que han delegado parte de su soberanía en instituciones comunes para tomar democráticamente decisiones sobre asuntos de interés común. Ello es posible gracias al mercado único. En el grupo de los BRICS no hay nada de eso. Entonces argumentar que Rusia no es el Alto Volta porque pertenece a los BRICS, no tiene sentido alguno.