A las 9 de la noche de un sábado empieza la rumba sin falta. Para ingresar los hombres pagan 10 mil pesos y las mujeres entran gratis. Se reservan el derecho de admisión con una sola condición: llevar un antifaz o disfraz que corresponda al tema de la noche. Las bailarinas dan la bienvenida de lo que será una prometedora noche mientras que la pista de baile ha sido reemplazada por un club virtual que transmite desde habitaciones, cocinas, salas de estar y hasta baños.
Los invitados se muestran tímidos ante la cámara entre 300 caras desconocidas que después de las 10 de la noche y unas copas más se relajan con el set de música del dj en vivo. Ha iniciado la rumba virtual por Zoom, un evento que tendrá competencias, regalos a la mejor mesa y una fiesta que ira hasta la madrugada con opción de “rematar” si así lo desean.
Desde que inició la Cuarentena, uno de los sectores más afectados ha sido el del entretenimiento. Algunos empresarios bogotanos han visto en la crisis una nueva oportunidad de llevar a las personas un poco de diversión y distracción en medio del caos. Sebastián González, diseñador de experiencias y empresario de entrenamiento, ha sido pionero en la reinvención de la vida nocturna, una alternativa de diversión para los que quieren escapar de la soledad del confinamiento. Para los que no son amantes de la fiesta esta la alternativa de clases virtuales de perreo al son del reggeaton.
