Quienes conocieron a Armando Benedetti mientras estudiaba Comunicación Social en la Universidad Javeriana podrían excusarse de pensar que era una persona destinada a malos rumbos o algo peor. Era un joven parrandero, que necesitaba de estimulantes para despertarse y sedantes para dormir. Había sido obligado a casarse con su novia de entonces tras dejarla embarazada, y estaba gravemente afectado en su carrera.
Pero pocos años después, y luego de un duro proceso de rehabilitación que pagó su mamá, inició una carrera pública que lo ha convertido en un gran elector de opinión y una figura definitiva para la conformación del Pacto Histórico. Ha dado mil vueltas empezando como un liberal salido de la burocracia estatal, y terminando como una voz ruidosa contra quienes fueron en un momento sus aliados.
Primero se concentró en el periodismo que estudió en la universidad: fue coordinador de Telecaribe en Bogotá antes de graduarse, trabajó en las secciones política e internacional de El Tiempo, y luego como uno de los primeros periodistas elegidos por María Elvira Samper y María Isabel Rueda para el noticiero QAP. Iba muy bien como reportero político, un interés que había traído de las campañas que hacía con su padre, Armando Benedetti Jimeno, quien siempre se quemó pero no dejó de ser uno de los políticos más importantes de Barranquilla.
Esas correrías, la cercanía con los políticos en su cubrimiento periodístico y las tertulias de grandes líderes en la casa paterna le activaron el gusanillo de la política, pero empezó con una dilatada carrera en entidades públicas. Fue asesor de la Asamblea Nacional Constituyente, vicepresidente de Ecosalud y secretario general del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte.
Finalmente se lanzó en 1997 al Concejo de Bogotá, en una lista liberal donde la segunda era Luz María Zapata, la futura esposa de Germán Vargas Lleras. En un período en el Concejo, consiguió aprobar un acuerdo, sin duda inspirado por su historia personal, para dar talleres en los colegios públicos destinados a la prevención de las adicciones al cigarrillo, alcohol y drogas. Hizo contactos con varios concejales como Samuel Arrieta, y se presentó al Congreso apoyando al candidato oficial Horacio Serpa en vez de al disidente Álvaro Uribe.
Al llegar a la Cámara de Representantes por Bogotá en 2002, volcó su apoyo al nuevo presidente. Aunque criticó el referendo de 2003, se convirtió en uno de los más entusiastas simpatizantes del gobierno de Uribe, siendo uno de los autores del estatuto antiterrorista que dio origen al proceso de Justicia y Paz. Hizo parte con Roy Barreras y Juan Manuel Santos del equipo que creó el Partido de la U. Con ese nuevo aval, saltó al Senado en 2006.
Se ratificó como uno de los senadores consentidos de Uribe, siendo una de las voces más fuertes de la discusión del referendo para permitir su segunda reelección. Su habilidad para manejar los medios y las nacientes redes sociales como Twitter lo hizo una figura pública capaz de canalizar votos de opinión, y en 2010 no solo repitió curul, sino que como presidente del Senado le impuso la banda presidencial a su amigo de luchas políticas, Juan Manuel Santos.
La fractura entre Santos y Uribe puso a Armando Benedetti del lado del santismo, trabajando además en la defensa de grupos vulnerables con leyes como la regulación de la eutanasia y la unión marital de hecho para parejas del mismo sexo. Se convirtió en un ruidoso defensor de las negociaciones de paz con las Farc, y fue uno de los ponentes del plebiscito para ratificar el acuerdo de la Habana, así como del acto legislativo para implementarlo.
Fue uno de los líderes de la U hasta que una movida del entonces presidente del partido, Aurelio Iragorri, terminó provocando una fractura irreconciliable tras la posesión de Iván Duque. Iragorri ofreció incluir al partido en la coalición de gobierno, algo que rechazaron tanto Bendetti como Barreras. La bancada votó a favor y empezaron dos años de una separación cada vez más marcada hasta que finalmente, en 2020, uno de los fundadores de la U fue expulsado de la colectividad. Se declaró independiente y empezó un acercamiento muy marcado con Gustavo Petro.
Se ratificó como uno de los senadores consentidos de Uribe, siendo una de las voces más fuertes de la discusión del referendo para permitir su segunda reelección. Su habilidad para manejar los medios y las nacientes redes sociales como Twitter lo hizo una figura pública capaz de canalizar votos de opinión, y en 2010 no solo repitió curul, sino que como presidente del Senado le impuso la banda presidencial a su amigo de luchas políticas, Juan Manuel Santos.
La fractura entre Santos y Uribe puso a Armando Benedetti del lado del santismo, trabajando además en la defensa de grupos vulnerables con leyes como la regulación de la eutanasia y la unión marital de hecho para parejas del mismo sexo. Se convirtió en un ruidoso defensor de las negociaciones de paz con las Farc, y fue uno de los ponentes del plebiscito para ratificar el acuerdo de la Habana, así como del acto legislativo para implementarlo.
Fue uno de los líderes de la U hasta que una movida del entonces presidente del partido, Aurelio Iragorri, terminó provocando una fractura irreconciliable tras la posesión de Iván Duque. Iragorri ofreció incluir al partido en la coalición de gobierno, algo que rechazaron tanto Bendetti como Barreras. La bancada votó a favor y empezaron dos años de una separación cada vez más marcada hasta que finalmente, en 2020, uno de los fundadores de la U fue expulsado de la colectividad. Se declaró independiente y empezó un acercamiento muy marcado con Gustavo Petro.
pesar de este brillo en la política, tres sombras muy oscuras penden sobre Armando Benedetti. De la primera ha conseguido salir indemne, cuando el fiscal Néstor Humberto Martínez compulsó copias a la Corte Suprema de Justicia, luego de que el contratista Federico Gaviria lo mencionara en su indagatoria en el grupo de "los buldóceres" involucrados en el escándalo de Odebrecht. Otto Bula indicó que no había oído mencionar este grupo ni al senador. Otra investigación por presuntos apoyos paramilitares fue fallada a su favor.
Cuando decidió apoyar a Petro los seguidores del hoy presidente vieron con desconfianza la adhesión de Benedetti al Pacto Histórico. Sin embargo su participación fue fundamental a la hora de conseguir los difíciles y decisivos votos de la Costa Atlántica, vitales para conseguir la presidencia. Pero, con el escándalo de Laura Sarabia y la niñera de sus hijos, queda claro que Benedetti siempre será, por lo menos, un aliado complicado.