Cuenta la leyenda que, en 1961, cuando la carrera Doble a Jericó – Clásico RCN se oficializó en suelo antioqueño, decenas fueron los ciclistas que hicieron lo imposible por participar. Entre los convocados estaban los duros del ciclismo antioqueño, como Cochise Rodríguez o Hernán Medina, pero lejos de ser los protagonistas, quien se llevó todas las miradas fue un pedalista caldense llamado Rubén Darío Gómez. Él, con su inteligencia sobre la carretera, se convirtió en el primer ganador del Clásico RCN, entrando en la historia del pedalismo nacional y siendo recordado como todo un escarabajo.
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Rubén Darío Gómez, el caldense que brilló gracias a Pereira
Aunque durante su carrera siempre fue reconocido como un oriundo de Pereira, ciudad en donde vivió gran parte de su vida, Rubén Darío Gómez nació en 1940, en tierras chinchinenses, en el departamento de Caldas. Inició en el mundo de las bicicletas cuando tenía 16 años, a escondidas de su papá, un hombre que no podía ver en el deporte una profesión y siempre le aconsejó tomar un camino “más serio”. Sin embargo, firme en su sueño, siempre buscó la manera de poder montarse en el caballito de acero, entrenando, compitiendo y, con el tiempo, convirtiéndose en una de las promesas de la región.
Su primer gran logro llegó en una etapa Riosucio-Pereira, en 1958, que dominó de principio a fin, demostrando su inteligencia sobre los pedales; pero los obstáculos no demorarían en llegar en su joven profesión. En 1959, previo a la Vuelta a Colombia, ni siquiera ese triunfo le valió para que el departamento de Caldas lo patrocinara, por lo que, a la deriva y sin dinero, decidió echar mano del sacerdote de Pereira para poder participar. Como si hubiese estado escrito que él tenía que competir, terminó ganando la carrera con apenas 19 años, siendo, hasta ahora, el ciclista más joven en hacerse con dicho título.
Las mieles del reconocimiento no demoraron en llegar. Como el mejor ciclista del país, el Tigrillo, como fue apodado, fue elegido como el Deportista del año en la inauguración del premio del periódico El Espectador en 1960, además de asegurar su participación en los Juegos Olímpicos de Roma, ganar la Vuelta al Valle del Cauca y obtener el subcampeonato en la Vuelta a México, en la que pudo haber sido el campeón de no ser por una sanción. Fue en ese momento cuando llegó la posibilidad de participar en la que pintaba para ser la nueva gran carrera de Colombia, la Doble a Jericó, o como se conoció tiempo después, el Clásico RCN.
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El primer ganador del Clásico RCN y el mejor del país
La primera edición del Clásico RCN se disputó entre el 25 y el 26 de febrero de 1961, y Rubén Darío Gómez, con apenas 20 años, arribó a la carrera como el gran favorito a llevarse el título. Tras los logros obtenidos el año anterior, el caldense era quien se robaba las miradas de los conocedores, incluso por encima de las nuevas promesas del ciclismo nacional, como lo era el mismísimo Martín Emilio Cochise Rodríguez. El pedalista no decepcionó, y tras las 2 etapas que compusieron la carrera, terminó primero en la general con una diferencia de más de 32 minutos, siendo el primer ganador de la carrera.
Y es que, como su nombre lo indicó, la Doble a Jericó – Clásico RCN consistió en una etapa de Medellín a Jericó, y luego otra de regreso, de Jericó a Medellín. Al final, Rubén Darío Gómez logró finalizar los 280 km del recorrido en 8 h 33 min 23 seg, teniendo una velocidad promedio de 33,72 km/h y dejando atrás a Martín Emilio, quien logró el segundo lugar, y a Hernán Medina Calderón, que se quedó con el tercer puesto. Dicho resultado confirmó el buen momento del ciclismo del eje cafetero, que volvió a quedar por encima de la “licuadora paisa”, como era apodada a la escuadra antioqueña.
Tras obtener la victoria del Clásico RCN, el Triguillo ratificó su buen momento sobre el pedal y se hizo también con su segundo título de la Vuelta a Colombia, en la que, de nuevo, rompió las piernas de los pedalistas antioqueños y batió de nuevo a Cochise Rodríguez, siendo de los pocos ciclistas que le dio pelea al que sería después una verdadera leyenda del ciclismo nacional, llegando a conquistar Europa y siendo el primer colombiano en un Giro de Italia, certamen que Rubén Darío nunca pudo pelear como profesional.
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Su vida como técnico y como empresario
Después de ser reconocido como uno de los pedalistas más importantes del país, el auge de Rubén Darío Gómez empezó a apagarse y, con el tiempo, decidió colgar la bicicleta. Aun así, su relación con el ciclismo siguió vigente hasta el día de su muerte, el 23 de julio de 2010. Por ejemplo, en 1981, de la mano del equipo del Banco Cafetero, debutó como técnico en la Vuelta a Colombia, un cargo que también tuvo en el equipo Lotería de Boyacá y, luego, en la escuadra de Pilas Varta que fue pionera en llevar a los escarabajos a suelo europeo, participando por primera vez en un Tour de Francia en 1983.
Gracias a su guía, ciclistas como Lucho Herrera pusieron patas arriba a los famosos pedalistas europeos, iniciando con la leyenda de los escarabajos que a punta de panela y bocadillo subieron las pendientes de los Alpes como si fueran planadas de los llanos orientales. Es más, dirigió al jardinerito en su victoria en Alpe d’Huez, la primera de un colombiano en el Tour. Aun así, su vida como DT finalizó tras dicha hazaña, pero siguió estando rodeado de las bicicletas que alguna vez le dieron la gloria, pues montó una tienda de bicicletas en Pereira llamada ‘El Tigrillo’ y allí pasó sus últimos días.
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