La clave del éxito del gobierno Petro está en el centro político, que es el que controla el Congreso. Y la combinación de esa clave la tiene el senador Roy Barreras, presidente del Senado. Su poder nace de un hecho, que ha pasado un tanto inadvertido en medio de las incertidumbres que genera el trasegar cotidiano del Gobierno: que el Presidente Petro ha sometido sus iniciativas al debate parlamentario. Eso quiere decir, contrario a los temores que suscitó su elección, que el poder de decisión sobre las muy necesarias reformas que se han propuesto está en la coalición de gobierno, mayoritariamente de centro, orquestada por el senador Barreras, quien ha sido una voz serena, experimentada, autorizada, para fijar los terrenos en los cuales las reformas propuestas, ajustadas por el debate parlamentario, pueden convertirse en leyes.
Barreras ha sido el centro de atención de quienes vaticinan una posible ruptura de la coalición de gobierno, dadas sus críticas a algunas de las iniciativas gubernamentales, que le asignan una agenda propia diferente de la del presidente y lo enfrentan con ministros sin mayor peso político. Sin embargo, las precisiones que ha hecho respecto a que se necesita de una ley de sometimiento para avanzar en la Paz Total con los grupos delincuenciales que no tienen carácter político; sobre los inconvenientes del proyecto de reforma al sistema de salud que debería mejorar lo existente no acabarlo (debate que por lo pronto ya llevó a que se sepultara la idea de acabar con las EPS, que tanto bien han hecho y tantos desórdenes administrativos han producido); y su claridad sobre la explotación mineroenergética y los tiempos que requeriría una transición energética responsable, que estima en 15 años; todo ello no es otra cosa que una interpretación del sentimiento mayoritario de las cámaras y no ha hecho otra cosa que abrir caminos para que esa reformas puedan ser ejecutadas de modo realista.
Todo el esfuerzo de la Coalición de la Esperanza, tan intenso y tan inútil, para recoger en las urnas al centro político en la elección presidencial, fracasó porque las calles eran un hervidero social donde reinaba la izquierda y la pequeña burguesía asustada se refugiaba en cualquier cosa que inspirara alguna confianza y no fuera ni Petro ni Uribe. En la elección presidencial no había centro, pues el centro se había refugiado, sabia y previamente, en el Congreso. La duda razonable era si el presidente Petro iba a respetar los fueros del Congreso y sobre eso se han hecho los más negros augurios, tan negros que como no ha pasado aún se espera que pase en el futuro. Pero la realidad política es otra: el régimen de separación de poderes funcionando como pocas veces lo ha hecho en el pasado. Ha sido un proceso de dignificación del papel del Congreso en la democracia, que por supuesto pocos entenderán o agradecerán.
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Como el presidente depende del Congreso para sacar sus reformas adelante, las políticas públicas terminarán siendo de centroizquierda
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El panorama general de la política colombiana actual podría describirse así: la izquierda ganó las elecciones presidenciales, pero el centro ganó las parlamentarias. Como el presidente depende del Congreso para sacar sus reformas adelante, las políticas públicas terminarán siendo de centroizquierda. Y dentro del Pacto Histórico, el único partido que no es de izquierda es el del senador Barreras, así que no es de extrañar que su futuro político se vea tan promisorio, pues el éxito del gobierno y la eventual continuidad del Pacto Histórico en el poder, está hoy en sus manos. De paso, tendría que haber un gobierno muy malo de Gustavo Petro para que, con el poder del Pacto Histórico, la debilidad de la derecha y la cooptación del centro, no pudiera imponer un sucesor. Pero ese futuro será de centro izquierda o no será.
El Gobierno no se ha parado en pellillos para proponer las más extremas medidas. Algunas fantasiosas, otras que se descalifican a sí mismas, otras hechas para darle gusto a quienes lo apoyaron en el camino a la Presidencia, otras del propio coleto presidencial. El conjunto de todo ello refleja la emergencia de un nuevo país y la urgencia de muchos de que las cosas cambien de modo sustantivo y de una vez. Pero nada de lo importante que se ha propuesto, que es tan necesario: las reformas a la salud, a las pensiones; a los regímenes laboral, político, energético, de subsidios a los humildes y a los poderosos, puede hacerse a las carreras, si se quiere que salgan bien y el Gobierno pueda reclamar el ser de verdad un gobierno del cambio para mejorar el bienestar del grueso de la población.
Sin prisa y sin pausa, como suele ser el trabajo parlamentario de valía. Y esa tarea que un político que conoce la política como el presidente Petro, le asignó con visión al senador Roy Barreras, quien llegó al pacto Histórico en medio del ceño fruncido de muchos de sus integrantes, lo ha convertido en la figura más respetable de la coalición de Gobierno. Un espacio que se ha forjado él mismo, como el dueño del centro.