Hace quince días el presidente Roy Barreras cerró el negocio con el que también dio fin a la rutina semanal de atender en Cali a políticos y amigos todos los fines de semana: vendió, a puerta cerrada, su casa en el condominio de Arroyohondo, en la vía Cali-Yumbo, en la misma zona donde la vicepresidenta Franca Márquez alquiló su casa, en la parte alta de Dapa.
Su casa era sitio de reuniones y la vecindad con su copartidaria de la U, Dilian Francisca Toro resultó muy útil para cocinar muchas alianzas, como las que tomarán forma en las próximas elecciones regionales de octubre. En el condominio también vive Juan Carlos –el Negro- Martínez, quien pagó cárcel en el presidio del Bosque en Barranquilla, pero ya está de regreso a Cali, desde donde organizó la campaña de su hija Lina Martínez quien terminó derrotada por Polo Polo en la pelea por la curul afro.
Allí vivió con su ex esposa, la representante Gloria Elena Arizabaleta y planeó su nuevo partido la Fuerza de la paz, el nuevo escenario político que contribuyó, igual que su tratamiento de cáncer en la Fundación Santa Fe, a su traslado definitivo a Bogotá.
En sus viajes a Cali, permanecerá ahora en el apartamento de su hijo mayor, Roy Alejandro, en el barrio Normandía, quien completa dos meses en Washington como representante de Colombia en el BID. A Roy Junio le ronda aún la idea de competir por la alcaldía de Cali a pesar de que su papá, logró también que el Presidente nombrara a esposa Lorena Sofía Velasco asesora comercial en la oficina de Ministerio de Comercio en Washington.
Roy Barreras no tendría planes de comprar por ahora otra vivienda en Cali, sus cinco hijos se encuentran viviendo en Estados Unidos, uno por motivos laborales y otros por razones de seguridad. Hace un mes despidió a Lorenzo, de 14 años y el menor de todos, en el Aeropuerto El Dorado.